martes, 1 de marzo de 2016

EL PADRINO

 
Como el padrino de los bautizos de mi niñez - viví a media cuadra de la colonial iglesia de Monserrate- don Mario Vargas Llosa volvió a aparecer en los medios para regalar halagos y aprecios, pero también para repartir empellones, a propósito de las virtudes y defectos de los candidatos a la presidencia de la República. 
 
Con unos se portó dadivoso, incluyendo a Guzmán, el chico maravilla, a otros les dio con la punta del pie. La hija y primera dama de la dictadura llevó la peor parte, pero el hombre del ego colosal también recibió lo suyo, tanto que el afectado -mismo marrano- no tuvo peor idea que meter en la controversia a Julio Iglesias - primer esposo de la actual cónyuge del escritor- para supuestamente darle el vuelto. Piconería, dirían algunos.
 
El padrino volvió para dar línea, para poner orden en las filas de la derecha nativa,como para influenciar en el electorado nacional aprovechando su prestigio internacional. El autor sabe lo que pesa: no por algo es el ideólogo del neoliberalismo como expresión de los círculos más reaccionarios del planeta y un peso pesado en la política criolla. Su aval a la pareja presidencial Humala-Heredia fue determinante para la victoria de ésta en las elecciones pasadas.
 
Esta vez pretende hacer lo mismo. Descalifica como siempre a la señora Fujimori, es ocioso repetir sus argumentos. Hace lo propio con García, a Toledo ni lo menciona, pero se deshace en halagos para la pareja presidencial, en especial con la señora Nadine, mientras acuña a Acuña, por plagiario. Lo que no hace el Nobel es descalificar el modelo económico impuesto por el fujimontesinismo en los 90, recreado una y otra vez por sus sucesores. Rompe lanzas contra la corrupción, pero obvia que el modelo que apapacha surgió, creció y se fortalece gracias justamente a la mierda que brota desde su propia implementación.
 
Desde esas perspectiva no es casual que los principales funcionarios del fujimontesinismo de los 90, incluyendo a los tecnócratas cargados de grados y títulos, que se computaban por encima del bien y del mal, hayan ido a dar con sus huesos a la cárcel, al igual que Fujimori y Montesinos. Del mismo modo no es obra del azar que en medio de la expansión del capitalismo salvaje que promueve el neoliberalismo, la corrupción y el narcotráfico se hayan convertido en los males principales que afectan el desarrollo del país, al que no escapa la evolución del capital en todas sus expresiones, en Lima y provincias.
 
La propia democracia peruana, a la que tanto le revienta cuetes el Nobel, tiene hoy su punto de partida en la Constitución de 1993, trabajada bajo el imperio del terror impuesto por el fujimontesinismo luego del golpe de 1992. El padrino sortea con habilidad dichas realidades.
 
Esa habilidad, producto de su largo trajinar por el mundo de la política, lo lleva a revelar sus preferencias electorales: PPK, pero sin dejar de lado la otra posibilidad que la derecha está trabajando: Guzmán, a quien lisonjea y al que cuida las espaldas al mostrarlo como un personaje ajeno al actual gobierno. Total, en uno y otro caso serían el gran capital y las transnacionales y su excluyente modelo económico los verdaderos triunfadores de la contienda electoral, causa a la que el novelista apuesta, en la cruzada proimperialista a la que desde hace décadas está entregado. 
 
Vargas Llosa habrá cambiado de pareja, una, dos, tres veces, pero no de camiseta. Sus declaraciones lo recontrareafirman, a pocos días de cumplir sus 80 pirulos de existencia y de algunas horas de haber presentado su última creación literaria: 5 Esquinas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario