jueves, 24 de marzo de 2016

EL DESPERTAR DEL LEÓN

La democracia, escribió Savater, es un régimen no para estar quieto sino para estar siempre atentos y vigilantes. Nosotros agregaríamos: con mayor razón si se trata de la democracia peruana, siempre trucha, siempre amputada, siempre hipócrita, siempre lista para servir a los poderes fácticos.
Lo acaba de demostrar el Jurado Electoral Especial. Al señor Acuña lo tiraron a los leones por intercambiar plata por votos. A la señora Fujimori, quien fuera primera dama de la dictadura fujimontesinista, denunciada por lo mismo, le acaban de salvar el cuello. El aserto de que “la ley es la ley” ha sido aplicado mañosamente, con premeditación y alevosía, entre gallos y medianoche, casi casi en medio del recogimiento propio de Semana Santa.
Se equivoca sin embargo la derecha peruana, la más feliz por la decisión del jurado, si piensa que los pueblos del Perú van a quedarse quietos ante semejante atropello a la razón y a la normatividad electoral. La reacción inmediata, masiva y democrática, se ha dado este mediodía frente al propio jurado electoral y ella está pintando el futuro de un movimiento popular cuya trascendencia - todo depende de su filo cualitativo- puede traerse abajo las maniobras de esa derecha antipopular y antidemocrática.
Es que el antifujimontesinismo ha despertado, ha ganado las calles y plazas de Costa, Sierra y Amazonía. La abierta parcialización de los medios, las propias medidas de los jurados, enfiladas todas a proteger las posiciones de la derecha, han levantado al león que hoy recorre el país de cabo a rabo. 
Estamos frente a una reacción popular multicolor. Son miles de miles hombres y mujeres, jóvenes y adultos, trabajadores manuales e intelectuales, maestros y estudiantes, desempleados, pequeños y medianos empresarios, pobladores de asentamientos humanos, minorías sexuales...los que se han puesto de pie para salvaguardar la democracia pisoteada y enmierdada en los 90 por la banda fujimontesinista que hoy quiere volver al poder.
Ya existe una fecha central que está galvanizando ese levantamiento democrático: el 5 de abril, la fecha fatídica que en 1992, tras un golpe de estado, el fujimontesinismo se metió el país al bolsillo, pero estemos seguros que antes de esa fecha se producirán nuevas y mayores convocatorias. No es por azar que tras las consignas de ¡No a Keiko¡ , ¡No al fujimontesinismo! o ¡Fujimori nunca más! esas avanzadas populares nos estén dando un ejemplo del cómo a partir de la tarea de traer a la memoria una fecha infausta para los pueblos del Perú, se va trabajando desde las bases un poderoso movimiento democrático y antidictorial que le cierre el paso ¡ahora! a los ladrones y asesinos de los 90.
En la práctica, esos pueblos están reivindicando la política, emputecida por el fujimontesinismo y el conjunto de la derecha. No se trata de llenar calles y plazas a cambio de dádivas, de ofrecimientos, de gollerías, de coca, aguardiente o música o de calateos femeninos. Lo que está ocurriendo es que la ciudadanía peruana se está metiendo de hacha a discutir, a preocuparse, a levantar su voz de protesta, a fiscalizar, a cuestionar el manejo del país por parte de sus gobernantes, a reflexionar sobre su presente y su futuro, a movilizarse por lo que considera justo y democrático.
Ese despertar del león, esa resistencia multitudinaria que se está dando en las grandes ciudades como en las pequeñas, le abre un excelente panorama al país. La derecha tiembla ante esa posibilidad, pero es lo que ha sembrado a lo largo de estos últimos 25 años de predominio del neoliberalismo. Sigamos esa línea de combate que los pueblos nos están trazando.

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