viernes, 5 de febrero de 2016

¡SALUD AMIGOS!


Ahh...qué tiempos aquellos en que podía empinar el codo sin medida ni clemencia...

Como muchos saben hace más de 2 años que he dejado el culto a Baco. ¡Primero su salud! me dijo el médico. Heme aquí ahora, en el limbo, cuando siguiendo a Bryce - por aquello que es preferible ser un borracho conocido que un alcohólico anónimo- había desarrollado espontáneamente una vocación de catador de cuanto trago llegaba al alcance de mis manos.

En estos días, cuando me junto con mis viejas colleras, como dice el buen Ricardo Martínez, solamente puedo tomarme la presión y punto. 

Pero en honor a la verdad estoy tranquilo. A la hora en que mis amigos se mandan sus buenos  cañonazos, al suscrito no le va ni le viene. Acompaño la juerga con agua. Nada de tembladeras ni sequedades de garganta. ¿No tienes ganas ni de un poquito de ron o vino? me preguntan. Nada de nada respondo.  Es que he tomado tanto y tan variados tragos, que ya nada me llama la atención, les agrego.

Con el viejo Suami - Juan Rodríguez Sanchez - recordaba esta mañana que en las alturas de Puno, en Macusani concretamente, nos  mandábamos unos tanganazos de alcohol de caña rebajado con agua. Además, le dije, después de haber tomado el famoso motai - trago chino de alto octanaje- me puedo dar por bien servido...

Pero hay algo más, le decía al viejo: puedo jactarme de tener un largo recorrido entre tragos y canciones. Mi primera tranca, le revelé, me la di cuando tenía 6 o 7 años. ¡No puede ser! gritó por el fono. Es que esa edad aproximadamente tenía cuando aprovechando un descuido me zampé todos los conchos de los cocteles que servían en un cumpleaños. Las copas llegaban casi limpias a la cocina. Hasta que terminé privado, en el suelo, ante la alarma de todos los invitados...

Ese fue el primer escalón de mi hoja de vida chupística. Por eso, cuando el médico, muy serio por cierto, me dijo: nada de licor señor,  interiormente me dije: caballero nomás Alberto, ya tomaste bastante, no hay derecho al pataleo.

Lo recuerdo hoy, día de mi cumpleaños, cuando los brindis se suceden uno tras otro y como en un ritual sigo el amén, agradeciéndoles, como siempre, por  sus diferentes muestras de aprecio y camaradería.

¡Salud!






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