sábado, 27 de febrero de 2016

LOS DESESPERADOS


Si los insultos y adjetivos, en un debate político, revelan la falta de argumentos de quien o quienes los emplean, el uso de la violencia en la confrontación es una manifestación de desesperación, de impotencia.
En la campaña electoral hay quienes están perdiendo la ecuanimidad, el temple, la frialdad de la que hay que hacer gala. Primero fue el fujimontesinismo que en Arequipa se la agarró a empellones con quienes fueron a rechazar la presencia de la primera dama de la dictadura en la Ciudad Blanca, antifumontesinista desde siempre.
Anoche fueron los cruzados apristas. Pagaron pato los militantes y el local del Frente Amplio en la Plaza Bolognesi, en el centro de Lima, cuya candidata, doña Verónika Mendoza, les está dando más de un dolor de cabeza a los partidos y candidatos que en estas elecciones se consideraban los dueños de la pelota. Las últimas encuestas, con todo lo referenciales que pueden ser, les está indicando el camino del olvido.
Mal hacen esos jóvenes apristas capturados con la cachiporra en la mano en tratar de identificarse con el legendario Manuel Búfalo Barreto, el gran líder de la insurrección trujillana de 1932. Barreto y sus seguidores, alzados en revolución, quisieron hacer realidad los sueños aurorales, antioligárquicos y antiimperialistas, del Apra de los años 20. Los violentistas de anoche, al hacer uso de la violencia por la violencia, nos revelan que al igual que su líder y su alianza electoral, están bastante lejos de esos sueños. 
No hay nada que hacer, la desesperación los está ganando.

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