jueves, 7 de enero de 2016

EL DESMADRE SANMARQUINO

 
Siempre se ha dicho, no sin razón, que la vieja universidad de San Marcos es algo así como un Perú en pequeño. A la luz del desmadre institucional que afronta ese centro de estudios, tal afirmación vuelve a cobrar vigencia.
 
Así como ocurrió en la región del Santa o en el Callao, nadie ignoraba que San Marcos había caído en manos de una corriente poco afecta al cumplimiento escrupuloso de la normatividad establecida e inclinada a controlar abusivamente todos los resortes del poder, incluyendo los espacios docentes y estudiantiles. 
 
En youtube todavía pueden verse los videos donde los estudiantes de la Asamblea Universitaria eligen al doctor Cotillo mostrando sus votos, cuando el reglamento establece que el voto es secreto. O las comunidades de las facultades de Ciencias Sociales y Economía pueden dar fe del cómo sus procesos electorales para elegir decanos fueron groseramente pisoteados para impedir que llegaran al Consejo Universitario voces disonantes a la rectoralmente hegémonica.
 
Para esos fines se manejaba el Comité Electoral, los organismos de control y el propio Consejo Universitario. Los actuales vicerectores, elegidos en la misma plancha que el doctor Cotillo, como la gran mayoría de decanos miembros del Consejo de Facultad, incluyendo a los nombrados a dedo, nunca dijeron nada de los atropellos a la razón y al estado de derecho en las facultades que no gozaban del aval rectoral. No pueden decir que no conocían de los hechos. Las denuncias se multplicaron, dentro y fuera de la universidad, y nunca pasó nada.
 
Por eso es que podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que ninguno de los vicerectores que pretenden hoy el rectorado - ante la caída del rector- puede mostrar una hoja de vida impoluta en la gestión sanmarquina, que asegure a la vieja universidad una transición realmente democrática y transparente. Por acción u omisión ellos son co-rresponsables de la crisis sanmarquina y deben renunciar a sus expectativas - como ha ocurrido en la universidad la Cantuta- para dar paso a una salida de otra naturaleza. Caen en error aquellos movimientos pragmáticos que por sacarse de encima al cuestionado rector, hoy apoyan a una u otra alternativa, pasando por alto una realidad: que son más de lo mismo.
 
¡Que se vayan todos! deber ser la consigna, arriba y abajo, a nivel de las Facultades, para que como en otras situaciones ha ocurrido sean los profesores principales más antiguos los que en plazos previamente establecidos y de acuerdo a ley, lleven adelante el proceso de transición, que abra cancha para iniciar un verdadero proceso de reconstrucción de la cuatricentenaria casa de estudios, el gran nudo de inquietudes y plaza de victorias a la que cantaba el poeta.

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