Sin medias tintas, sin cubrirse el rostro y sin morisqueta alguna,
doña Ángela Villón, una prostituta capitalina que desde hace años da el
rostro en defensa de los derechos de las trabajadoras sexuales
peruanas, ha proclamado su deseo de llegar al congreso de la República.
"Quiero adecentar ese burdel", ha dicho para espanto de muchos. La
necesidad, el amor a los suyos, la llevó a ejercer lo que algunos
consideran el oficio más viejo del mundo. Nadie lo podrá negar: para emplear términos de hoy, a sus 50 años, doña Ángela, es una gran emprendedora.
Hay sin embargo otros emprendedores que están poblando las primeras
planas de los diarios. No son prostitutas en el exacto sentido del
término, pero por extensión al campo político, al de la derecha
específicamente, bien puede ser calificados de tales. ¿La razón? Pues
están vendiendo sus besos y caricias por todos lados, abiertamente, sin
pudor alguno. "Alianzas políticas" las llaman, Y ahí van, dando bote en
algunos casos, con la dignidad en el suelo al igual que sus pantalones o
sus calzones, ofertándose, primero en dólares, luego en soles, al final
buenas son unas pesetas.
Si comparamos a esos señores con doña Ángela, bien podemos afirmar que ésta es realmente una santa...
Si comparamos a esos señores con doña Ángela, bien podemos afirmar que ésta es realmente una santa...
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