Si se trata de combatir realmente el cáncer de la corrupción, dicen
los hombres de buena fe, uno de los libros de cabecera debería ser
Historia de la Corrupción, IEP, Lima, 2013, del desaparecido Alfonso W.
Quiroz, que, se sostiene, bien podría ser leído desde las aulas de la
secundaria.
En dicho texto, con pelos, señales y cifras, se pone
al desnudo los alcances de las trapacerías mafiosas de la dupla
Fujimori-Montesinos, que encumbraron a éste, en su calidad de
presidente, como uno de los diez mandatarios más corruptos del mundo.
Preguntas cómo: ¿cuanto se embolsicó Fujimori, o cuánto se levantó su
compinche Montesinos? o, ¿cuánto le costó al país esas raterías? Quiroz
las pone en negro sobre blanco.
De mi parte, sugeriría que otro
de los textos fundamentales - sin menoscabo de visualizar los llamados
vladivideos- podría ser: Vladimiro, Vida y tiempo de un corruptor, de
Luis Jochamowitz (compilador), editado en el 2002, paradójicamente por
El Comercio -hoy promoviendo la candidatura de la hija del caco- y en
cuyo tomo II, p.31 podemos leer:
"La nueva agrupación se llama
Perú al 2000...Como no podemos hacer spots para esa agrupación, entonces
qué hacemos en Lima, hacemos las polladas. Hemos organizado con la
Policía para hacer polladas para un millón de personas del 15 de
diciembre al 31 de marzo. ¿Y quien va a organizar las polladas? La
organiza (...) la participación ciudadana con la Policía y nosotros la
financiamos".
(...) Le ponemos la orquestita, le ponemos el
atrio, esas cosas; la música, un poco de cerveza, después llega el polo,
el calendario y la comunicación, y va la gente de esta agrupación y va
aflorando la cuestión política. Entonces, dos millones de personas nos
hacemos en tres meses, los viernes, sábado y domingo...y ahí le metemos
el polo, le metemos la gorrita, el almanaque..."
Quien habla es
el tío Montesinos -así lo llamaba la señora Keiko- y el diálogo es con
Carlos Boloña, ministro de economía del régimen, los hermanos Winter,
amos y señores de la televisión fujimontesinista y los jefes de las
Fuerzas Armadas, reunidos en la famosa salita del SIN; todos ellos, por
sus fechorías fueron a parar a la cárcel
En la misma página leemos:
"Hace como cinco años no tienen ollas; las ollas están viejas, hay que
comprarles ¡carajo! Regalarle por cada comedor una cocicinita pequeña de
primus con una hornillita, ollas y sus cestos, así tipo plástico nomás,
esas cosas, como para que que le dure los seís, siete meses y pasamos".
Los interlocutores son los mismos.
Finalmente, en la página 37
hallamos esta perla: "El voto, el voto se voltea con plata en el
bolsillo", lanzada por el prófugo Daniel Borovio, publicista de la
dictadura en una de sus habituales reuniones con Montesinos.
¿Pero acaso la política no es educación, pedagogía, ética o apostolado?
Para la dupla de rateros y asesinos, para la banda que asaltó el erario
nacional, eso era papel mojado. Y lo sigue siendo para ellos y para la
derecha en su conjunto que hoy navega sobre esas aguas descompuestas. Es
en ese lodo donde se ha extendido esa afirmación que retrata de cuerpo
entero a gran parte del electorado que sigue a los candidatos de la
derecha, en especial a quien fuera la primera dama del régimen: "No
importa que robe, lo importante es que haga obras", pragmatismo perverso
que se ha extendido como una mancha de aceite.
En sus celdas de
la Diroes o en la Base Naval, el caco y su compínche, deben estar
felices: el primer puesto de doña Keiko en las encuestas, no es obra de
la casualidad. Es el resultado del emputecimiento de la política, a la
que ellos, en los 90, abrieron curso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario