jueves, 15 de octubre de 2015

UNA BOMBA DE TIEMPO


La derecha está preocupada. La elección de la congresista Verónika Mendoza por el Frente Amplio (FA)los ha sacado del cuadro. Apostaban por la reedición de los clásicos desencuentros de la izquierda, pero por lo menos a nivel de los destacamentos del FA ello no ha prosperado, estando abiertas las posibilidades de ampliación de la unidad del conglomerado, al existir otros sectores democráticos y populares que están trabajando en ese sentido.

Las inquietudes de la derecha merecen ser atendidas. La evolución de la economía peruana, por ejemplo, no juega a su favor. El INEI acaba de informar que la llamada desaceleración no es un espejismo: en cuanto a crecimiento económico, agosto, como ocurrió con julio desbarata el triunfalismo del gobierno y sus tecnócratas neoliberales. Por si esto fuera poco, la presencia en Lima  de los capos del Banco Mundial o del FMI de poco o nada les ha servido, en tanto dicha cita posibilitó a su vez que gurús de la talla del Nobel Joseph Stiglitz desinflaran las visiones recontraoptimistas del pendejamente llamado "milagro económico peruano". 

La suscripción, además,  de cuestionados convenios como el TPP, comenzando por el secretismo con el que fuera elaborados, han abierto nuevos flancos,  que siguen debilitando y aislando al gobierno, pero también a los defensores del ultraliberalismo, cuyo modelo, aplicado a rajatabla desde hace 25 años, pero con visibles muestras de agotamiento, comienza a ser severamente cuestionado, a todo nivel, mientras que el desencanto va ganando espacio.

Los candidatos de la derecha, bien lo sabemos, apuestan a lo mismo. Los amagues electorales de la señora Fujimori en la universidad de Harvard, no significan nada desde sus compromisos con los dueños del Perú y su modelo económico. Ha bastado sin embargo dos o tres intervenciones de Verónika Mendoza sobre el punto para desatar los temores del fundamentalismo liberal. Por ejemplo,  Juan Carlos Tafur, regularmente ecuánime, no se ha andado por peteneras para criticar a la candidata del FA y  sus propuestas económicas que el escriba, visiblemente afectado, califica de "alanistas", en referencia claro, al primer gobierno del señor García (1985-1990).

Tafur, habitual consejero público de la señora Fujimori y de PPK, todos lo saben, es un cerrado defensor del imperio del mercado. La sola mención a un papel regulador del Estado en la economía, por parte de la candidata lo ha sacado de sus casillas: "... el Frente Amplio propone la históricamente probada ruta hacia el desastre", ha llegado a escribir en su columna del diario Exitosa (15-10-15), no sin antes afirmar que "tranquilamente se puede ejercer un gobierno de izquierda sin hacer que se entrometa el Estado en asuntos propios del mercado".

En buen cristiano: no choquen con el modelo, ni siquiera con el pétalo de una rosa. Si los sectores liberales de la derecha peruana  están pensando de este modo,  ¡qué decir de los momios!. Aldo Mariátegui nos da una pauta en los adjetivos que se ha gastado para calificar a la congresista Mendoza: "No es gran cosa", chiquilla extremista", "chavista antiminera", "monstrito radical", "gatita de Hugo Blanco", "no es ni un pelo de la nariz de PPK"...

Esas sandeces, como la opinión de Tafur objetivamente expresan un temor, electoralmente hablando.  Pedro Tenorio es bastante explícito al respecto. Apoyándose en una encuesta de GFK ha dicho que hay un 37% de electores que estaría dispuesto a votar "por un candidato que sea capaz de cumplir aquello que Ollanta Humala planteó en la campaña electoral de 2011" (Correo del 10 de octubre de 2015) ¿Qué propuso el comandante Humala en las últimas elecciones? Pues nada más ni nada menos que el programa de la gran transformación, que llevaba implícito el cambio de modelo económico.

He ahí el quid del asunto. Si a la fecha hay un alto porcentaje de peruanos que están pensando de ese modo, más adelante, cuando los problemas de la economía generen repercusiones mayores que las actuales, candidaturas como las de Verónika Mendoza con una propuesta de cambios sustantivos que no se constriñen a lo estrictamente económico, puede resultar siendo una bomba de tiempo para los intereses de quienes parten el jamón en el país.

El deslenguado de Mariátegui no está solo, es simplemente un epígono de determinados sectores privilegiados. Por su parte, Tafur y Tenorio, desde otro corner, se ubican empero en el mismo campo. El objetivo político de demolición ideológica y política es el mismo: la izquierda, Verónika Mendoza, la oposición que alza su voz contra el estado de cosas reinantes en el Perú, pero que está en capacidad de levantar ante el pueblo una nueva alternativa de desarrollo del país. La campaña electoral recién empieza, pero se calienta aceleradamente. Es un signo de los días decisivos que estamos viviendo.

 














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