martes, 20 de octubre de 2015

UNA CHOLA PIURANA


Personalmente, nunca había visto a la congresista Marisol Espinoza aunque sabía de su protagonismo político. Hasta que un día coincidimos en la sala de embarque del aeropuerto Jorge Chávez. ¡Oh sorpresa! Viajábamos en el mismo avión hacia la siempre calurosa Piura, su tierra natal, y sin querer queriendo me gané las expresiones de su piuranidad, que adornaban su guapachosa figura. Sin poses de diva, respondiendo con gracia y sencillez  todos los saludos y esperando como cualquier mortal la hora de partida.

Me la imaginé en Catacaos en una de las famosas picanterías del lugar, haciéndole honores a la legendaria chicha piurana, asentando un cebiche de mero o cabrillón o quizás un sudadito de cachema, escuchándola hablar con esa tonadita y expresiones tan propias de los piuranos, mientras don Julio Jaramillo o las hermanas Mendoza Sangurima - tromes de tromes del cancionero ecuatoriano- rompían la tarde...

Sabía que había sido corresponsal de guerra en el conflicto con Ecuador, como todo el país estaba al tanto de sus encontronazos con la derecha, propios del nacionalismo de la primera hora. Una verdadera chola piurana, me dije, como esas aguerridas féminas de Taita Yoveraqué, la célebre novela de Francisco Vegas Seminario, que sabían poner en su sitio a los "cholos marrajos", "más fellos" que los piajenos...

Doña Marisol les acaba de tirar la puerta en la cara a la pareja presidencial.  No tenía otra salida. Aunque si nos guiamos por su rebeldía para aceptar la dedocracia de los inquilinos del palacio de Pizarro hace rato que estaba fuera del partido.

No cabe duda que la piurana se va por la traición de los Humala a sus propuestas electorales, al país, a los pueblos del Perú. Pero asimismo se quita - no es secreto para nadie- por los vejámenes personales sufridos. A doña Marisol la ningunearon, le cerraron el paso a sus justas aspiraciones, la espiaron y hasta le soltaron los perros en el caso de su abuela que se había acogida a la pensión  65, de vejez, otorgada por este gobierno.

Hubo celos a su figura como lo reveló el congresista Chehade -otro que se mandó mudar- a sus potencialidades políticas, pero también un desprecio a la provinciana, a la chola atrevida e igualada, como aparece la vicepresidenta  a ojos de quienes, paradójicamente,  han hecho de la inclusión su caballito de batalla, aunque en sus predios particulares, partidarios, no lo practiquen.  ¿Me equivoco?

Rosa María Palacios, en una nota sobre el tema, toca un fenómeno que no es nuevo en las esferas políticas:  el ninguneo a los representantes provincianos, a las mujeres en especial, que - se lo confesaron a la periodista - se sintieron "choleadas" por la cúpula del nacionalismo y sus ayayeros. Por ello dejaron el partido.

¡Pero se han quedado sutana y mengana¡ me dijo un camarada con quien compartí estas ideas. Claro, le dije, ahí están, pero sin iniciativa, sin derecho a pensar, reducidas a ser simplemente operadoras o   cajas de resonancia de la jefa.

¿Pero acaso el comandante y la jefa son blancos? retrucó mi interlocutor. Es cierto, acepté, no son blancos, son tan o más cholos que los ninguneados, pero - le dije-el poder, la plata, el vil metal,  blanquea, aunque los blancos con apellido, riquezas heredadas y mil vínculos de parentesco con los dueños del Perú no los acepten. 

En Octubre no hay milagros, una de las grandes obras del maestro Oswaldo Reynoso - que está cumpliendo 50 años de haber sido editada por primera vez-  hay una referencia de la marcha hacia Monterrico de una de las familias cogotudas de San Isidro, tradicional reducto residencial - a mediados de los años 50- de la rancia oligarquía limeña. ¿Por qué migraban?  La razón, se dice, es porque "ya San Isidro se estaba llenando de nuevos ricos y de serranos con plata".

En buen cristiano: a la señora Marisol Espinoza no la querían por su consecuencia en la defensa de los ideas primigenios del nacionalismo, por su capacidad para pensar con cabeza propia y arraígo en la ciudadanía e incluso entre los adversarios políticos y, aunque lo nieguen, por chola...




No hay comentarios:

Publicar un comentario