miércoles, 7 de octubre de 2015

EN OCTUBRE NO HAY MILAGROS



UNO

En Octubre no hay milagros, lo dijo hace 50 años don Oswaldo Reynoso en su novela del mismo nombre, en la que cabalgando entre la realidad y la ficción puso al sol la podredumbre de los dueños del Perú, de sus militares y políticos a sueldo.

En Octubre no hay milagros, también dijeron los coroneles reformistas de 1968, que liderados por el general Velasco sacaron en pijama al presidente de entonces, el arquitecto Belaúnde, para posteriormente cortarles el pescuezo a los gamonales de horca y cuchillo de la sierra peruana y a los barones del azúcar y del algodón que hacían y deshacían del Perú.

Que tampoco hay milagros, menos en la economía lo acaban de demostrar dos jóvenes economistas peruanos:  Carlos Ganoza y Andrea Stiglich, quienes en buen cristiano, en las 162 páginas que contiene su trabajo El Perú está calato (Ed. Planeta, Lima, 2015) demuestran que el crecimiento económico del Perú entre los años 2003-2013, contando con un marco externo superfavorable - afirman que fue el mejor de la historia económica mundial del último siglo-  no tiene nada de sobrenatural, como algunos predicadores del neoliberalismo lo presentan.

Menos aún tenía nada de providencial que el 7 de octubre de 1928 José Carlos Mariátegui pusiera la primera piedra del partido del proletariado, en tanto que era una obra que obedecía a las circunstancias concretas del desarrollo económico y social peruano y sus perspectivas, rigurosamente estudiadas por el Amauta.

DOS

Se hace mal por ello si la conmemoración de este hecho histórico se convierte en un ritual. El marxismo - Mariátegui fue un marxista "convicto y confeso"- no es una religión, es una concepción de mundo, una teoría, un método, una herramienta de análisis y de transformación, que debe servirnos para entender la envergadura de las tareas a asumir  en el proceso de construcción de esa vanguardia cuyas semillas doctrinarias, políticas y organizativas fueron colocadas por el autor de los 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana.

Carlos Olazo Sillau, un estudioso del tema ha enfatizado (Ideas, Clase y Masas, el Partido de Mariátegui,  UNT, Trujillo, 2014) que el partido que Mariátegui fundó debía  caracterizarse por ser una organización de clase, de ideas y de masas. Una organización de esta naturaleza debía garantizar la autonomía de pensamiento y acción de la clase obrera y del pueblo en la defensa de sus intereses inmediatos y futuros. Esa vanguardia tenía que tener respuestas y propuestas para todos y cada uno de los problemas económicos y sociales que afrontaran los pobres de la ciudad y el campo.

Mariátegui, bien lo sabemos apostaba por la construcción del socialismo en el Perú. De ahí que más de una vez enfatizara que "no se conduce a un orden nuevo con la sola virtud de la negación y la protesta" (Admonición del 1 de mayo de 1929). Había que conocer el país en primer lugar, su historia, su economía, el devenir de sus clases sociales, su cultura. No podían  haber respuestas ni propuestas en la confrontación social si es que no había interiorización con la realidad social que se pretendía transformar.

Desde que en 1923 regresó de Europa, luego de desposar ideas y esposa, se dedicó en cuerpo y alma a estudiar el país. Los 7 Ensayos  y otros escritos sobre el Perú constituyen  el producto de ese trabajo de investigación y análisis, al que además animaba a cada uno de los propagandistas que iba reclutando en Lima y provincias. No podía actuarse políticamente en el más alto sentido de la palabra, en el centro, sur o norte del país, si es que no se conocían las particularidades de cada región, de cada localidad, de cada pueblo.


TRES

Un partido de este tipo tenía que estar enraízado en el seno de las masas, en especial del proletariado en expansión. Tenía que florecer en ellas para constituirse en parte consustancial de las mismas. Si quisiéramos tener una idea de esa responsabilidad podríamos apelar a la experiencia de los años 70. Si nos abstraemos por un instante de las diferencias ideológicas de los destacamentos que en esos años se reclamaban del marxismo, nos vamos a dar con una constante: cada una de esas agrupaciones había logrado enraízarse al interior de los obreros, de los campesinos, de los estudiantes, de los maestros e intelectuales. 

Se estaba al tanto de su palpitar, se buscaba darle un norte a sus movimientos, se asimilaban y extendían sus experiencias: Rondas Campesinas, Frentes de Defensa, coordinaciones obreras y barriales, mientras al calor de las mismas luchas,  se debatía en el seno de los propios trabajadores el presente y la proyección de esos combates de masas.

Amauta y Labor, en los tiempos de Mariátegui, como prensa de doctrina e información respectivamente fueron las herramientas fundamentales para llegar al corazón de los trabajadores manuales e intelectuales. La información, sin embargo, en el caso de Labor, no se reducía a la difusión de la cotidianidad, lo fundamental era la crónica de ideas. El propio Amauta escribió que dicho quincenario tenía como obligación "la ilustración integral de las cuestiones y movimientos contemporáneos que una revista doctrinal desconoce" (Prensa de doctrina e información, Labor No 2, noviembre de 1928, p. 2). Ambas publicaciones, lo dice Mariátegui, tenían el mismo espíritu, el mismo programa.


CUATRO

En la actualidad, las cosas no pintan color de rosa para el movimiento obrero y popular y para sus destacamentos políticos que se reclaman del mariateguismo, o de lo que es lo mismo: del marxismo.  Se constatan clamorosas capitulaciones: los que hasta ayer nomás se presentaban como rabiosos mariateguistas, hoy caminan por la vereda del frente. El aburguesamiento se da en toda la línea. La ofensiva de la derecha ha paralizado  los avances ideológicos, políticos y organizativos que el pueblo había alcanzado en las décadas pasadas. 

Desde el campo de la política quizá la limitación más clamorosa sea la falta de vocación de poder del pueblo, que ha convertido a importantes sectores en meras comparsas de los partidos de la  derecha criolla encompichada con la gran burguesía y las transnacionales imperialistas. Se requiere nadar contra esta correntada. Como en otras circunstancias históricas son las juventudes las que comienzan a marcar el camino de la pelea. La falta sin embargo de un destacamento o de destacamentos mariateguistas sostenibles en el tiempo por su teoría y su praxis expone a esas juventudes a ser flores de un solo día. 

La modernidad que se reclama no pasa por el abandono del legado del maestro Mariátegui. Al contrario, hay que retomarlo para recrearlo genuinamente en el estudio de la realidad de nuestros días, de sus particularidades y tendencias, así como en las respuestas de masas, inmediatas y futuras a la ofensiva de los verdugos de nuestros pueblos de Costa, Sierra y Amazonía. 

Por eso es que afirmamos que la conmemoración de los  87 años de fundación del partido del proletariado no puede reducirse a un acto litúrgico o paralitúrgico. Debe expresarse en actos de masas de reafirmación de tareas, de balances críticos y autocríticos, de señalamiento de derroteros estratégicos y tácticos, de deslindes ideológicos y políticos.

Bien dijo Mariátegui en ocasión del 2do aniversario de la revista Amauta: "...No vale la idea perfecta, absoluta, abstracta, indiferente a los hechos, a la realidad cambiante y móvil; vale la idea germinal, concreta, dialéctica, operante, rica en potencia y capaz de movimiento" 

¿Puede alguien decir que el mariateguismo es una antigualla?




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