domingo, 2 de agosto de 2015

MURIÓ EL PAYASO


La doctora Martha Hildebrandt, especialista en estos temas, acaba de escribir que la expresión informal  "Murió el payaso", tan popular en nuestro medio, indica que todo acabó o lo que es lo mismo que todo está finiquitado, liquidado.

Eso es lo que podemos decir del último discurso presidencial del comandante Humala. Quienes guardaban la esperanza de que dijera algo importante para el pueblo, hoy rumian su desencanto. La traición es redonda, la entrega en cuerpo y alma al gran capital y a las transnacionales es abierta, desembozada.

Es que aunque ustedes no lo crean, en su último mensaje al país el comandante ha brillado por su elocuencia. Es cierto, como se afirma, que su  exposición ha sido clamorosamente pobre, la más pobre de los últimos tiempos, incluso metodológicamente, como bien lo ha señalado el ex senador Bernales. Los tiros sin embargo han ido por el lado de lo que dijo, cuando lo trascendente está en lo que no dijo, en los vacíos, en las omisiones, las que han ratificado la verdadera naturaleza del régimen, sus alianzas con los dueños del Perú, contra los que supuestamente se alzó, y  su desprecio por las reivindicaciones más sentidas de nuestros pueblos.

Su negativa a aumentar el salario mínimo vital es un buen ejemplo de lo que decimos. Ni una palabra, ni un gesto, ni una señal esperanzadora para los miles de hombres y mujeres que viven (¡!) con 750 soles al mes. Hasta la víspera del discurso se especuló con ese incremento, alimentándose las ilusiones de los trabajadores que aspiran a un salario y a una vida digna. No es de extrañar que la omisión presidencial haya sido celebrada por la Confiep, el gremio de los grandes empresarios, que la ha calificado de "prudente", en tanto que El Comercio, la voz cantante de la derecha la ha llamado "saludable".

Con ese mismo norte,  el presidente obvió olímpicamente el reclamo de las pueblos indígenas de sierra y selva, invadidos por el extractivismo minero. Hoy se sabe fehacientemente que para servir mejor al gran capital, la tecnocracia apátrida que apoya al régimen ocultó una valiosa información sobre los pueblos indígenas que por razones históricas, culturales y lingüisticas deben ser considerados como tales, con derecho a la consulta previa establecida por el Convenio 169 de la OIT y la ley suscrita por el propio presidente Ollanta. Nada de ello mereció la atención del discurso presidencial. La luz verde a la invasión de los territorios de esos pueblos, se ha ratificado, la treintena de empresas que burlaron las normas pueden seguir depredando el territorio patrio. Ni consulta, ni diálogo, es la voz de mando que fluye del discurso, aunque no figure en negro sobre blanco.

Que en su exposición, asimismo, el presidente Humala haya dejado de lado toda referencia al Acuerdo Transpacífico, con los irremediables efectos negativos en los precios de las medicinas colocadas en el mercado por las transnacionales farmacéuticas; o que se haya saltado la garrocha en temas como el fenómeno de El Niño, o las heladas que azotan las áreas altoandinas con la mortandad  que está generando, por adicionar otras referencias que desde la perspectiva de los pueblos son insoslayables, ratifican lo que estamos diciendo: en los vacíos y omisiones  uno encuentra el verdadero sentido de las palabras del comandante.

No es cierto entonces, como afirma la derecha, que el mensaje del comandante no haya tenido dirección. Las claves no las vamos a encontrar en las cifras, manejadas interesadamente como se está denunciando, ni en la supuesta falta de luces sobre las medidas económicas para salir de la crisis, en especial las relacionadas con la mayor presencia del capital extractivista en la minería, reina de reinas de la economía peruana. Las respuestas a esa omisión están en los paquetazos que se están implementando, aplaudidas por la derecha en su conjunto, y viabilizadas por sus operadores en el congreso y la tecnocracia apátrida que ha copado los ministerios claves del manejo económico del país. ¿Qué sentido tiene entonces para quienes han traicionado sus propuestas iniciales levantar olas a estas alturas del partido,cuando todo puede manejarse en las trastiendas de la política criolla?

Si señores, murió el payaso. Algunos recién se dan cuenta de su deceso. Lo real, sin embargo, es que la vida se le fue en el momento mismo en que la pareja presidencial, encumbrada por el voto popular, decidió por sí y ante sí, ya en palacio, entregarse, atados de pies y manos, a las oligarquías del poder económico, a las transnacionales y al clero reaccionario que desde los 90 vienen haciendo de las suyas en el país.

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