lunes, 24 de agosto de 2015

BRASIL ES EL ESPEJO


Cuando hace algunos meses sostuvimos que asistíamos a la bancarrota del ollantismo, lo hicimos pensando básicamente en los alcances ideológicos y políticos de la debacle. Del reclamado nacionalismo solamente quedaba el verso, no había pasado de ser una borrachera. Y ese también había sido el final  de la supuesta defensa de los intereses del pueblo. La monumental traición a las promesas electorales había convertido al régimen en un constructor más del edificio neoliberal que la derecha entreguista viene levantando en el Perú desde los 90. El repudio de los pueblos engañados a la pareja presidencial, expresado en sucesivas aunque destroncadas acciones de lucha en Lima y provincias lo decía todo. En esos momentos no quedaban en claro todavía las  responsabilidades del ollantismo en las sucesivas denuncias de corrupción que la derecha cazurra, en busca de mayores granjerías, se había encargado de armar y difundir. Las dudas favorecían a los denunciados.

A estas alturas del partido, con las agendas de doña Nadine en manos del Ministerio Público, constituidas en verdaderas cajas de pandora, esas dudas van diluyéndose. No porque se hayan probado fehacientemente que la autora de las anotaciones en las mismas provengan de puño y letra de la cónyuge del presidente Ollanta, sino porque la reacción ante la denuncia - con una danza de millones de dólares de por medio- no ha sido justamente lo que la opinión pública esperaba. Como otros controvertidos personajes de la política criolla, la pareja presidencial, en especial la primera dama, ha cogido el rábano por las hojas, apelando a subterfugios, salidas hepáticas, contraataques sin fundamento, ambigüedades, denuncias por robo de documentos personales, etcétera, tratando de gambetear la única exigencia legal que podría traerse abajo las acusaciones en torno a las agendas: el peritaje grafotécnico.

La primera dama ha echado a correr los dados: confía en que al igual que en el caso de las denuncias de lavado de activos, donde un habeas corpus le ha salvado temporalmente la vida - el Ministerio Público acudirá ante el Tribunal Constitucional cuestionando el fallo judicial- pueda encontrar autoridades que la blinden de lo que ha comenzado a llamarse el nadinegate. Políticamente, sin embargo, doña Nadine y el régimen que representa, están destrozados. Echarle la culpa al Apra o al ex presidente García de su desventuras no cubre su desgracia. Es cierto, que duda cabe, que hay una mano negra y que las sospechas van por el lado señalado por la señora, pero sin desmedro de su intención de poner en claro la autoría de la campaña, lo primero que ha debido hacer es limpiar la cancha de dudas, transparentar todas y cada uno de las informaciones, cuantitativas o no, que están en  las agendas y ponerse abiertamente a disposición de las autoridades para las pesquisas que estimen convenientes y no actuar del mismo modo que lo han hecho y lo hacen quienes son indicados como las manos negras que están moviendo la cuna. Quien no la debe, no la teme, reza un viejo dicho, que este caso, como en otros, no ha sido tomado en cuenta. Los resultados están a la vista de todo el mundo.

Como vemos, el desplome de lo que otrora fue un promisorio proyecto político es total. Si se pensó en algún momento que este proyecto podía encarnar un empuje moral regenerativo, los hechos están demostrando lo contrario. Objetivamente es más de lo mismo, la descomposición se da en toda la línea. Triste final, aunque el último capítulo del drama, según dicen los expertos, todavía está por escribirse: Brasil, con ex autoridades gubernamentales,  empresarios y políticos hundidos en la cárcel, es el espejo...

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