Cuando una personalidad de talla mundial, sea cual sea su cantar,
llega a un país o a una región, los medios o las organizaciones
relacionadas con el visitante, antes de, van calentando el ambiente:
reportajes, notas especiales, comentarios mil, etcétera. Y después de,
la estela dejada por dicha personalidad va diluyéndose en medio de
abundantes comentarios y referencias de todo tipo.
Con
Francisco, el Papa, está ocurriendo algo curioso. Antes de su llegada a
esta parte del mundo, hubieron importantes menciones periodísticas,
impresas o no, que daban cuenta de tan trascendental hecho. No todos los
días llega un Papa por estos lares. Pero conforme el Papa fue mostrando
públicamente sus cartas contestatarias al sistema y a los poderes
fácticos que se nutren de él, que incluyó un llamado a la acción a los
eternos parias de América Latina y el mundo para cambiar el orden
vigente, la presencia y el mensaje del máximo líder de la Iglesia
Católica, salvo excepciones, fue perdiendo fuerza mediática.
Se
destacó lo informativo: la visita aquí o allá, el mensaje general -
imposible de soslayarlo- o lo anecdótico: el obsequio al Papa de una
crucifico tallado sobre la hoz y el martillo, que en el Perú mereció la
crítica del Cardenal Cipriani y de sus seguidores. Pero más allá de eso
poco o nada, pese a que lo dicho por Francisco no fue moco de pavo.
Desde la derecha un editorial de El Comercio, publicado el pasado 12 de
julio nos da luces sobre lo que está pasando. "Las intenciones finales
de su discurso son buenas", escribe el editorialista, pero "el rumbo que
el Sumo Pontífice supone debe seguirse", continúa el autor del texto,
"no es el correcto". Se sabe ya, se lee, como para que no queden dudas
de la divergencia, "a donde conducen varios caminos empedrados de buenas
intenciones".
En términos concretos. A la derecha
peruana como a todas las oligarquías del mundo el mensaje de Francisco,
que debe enmarcarse en su Encíclica Alabado Seas - conocida como la
Encíclica Verde- le ha sabido a chicharrón de sebo. El cuestionamiento
frontal del capitalismo expoliador y depredatorio, como del
neoliberalismo vigente, expresado sistemáticamente en la Encíclica
mencionada y expuesta popularmente a las masas que se congregaron en
Ecuador, Bolivia y Paraguay para escuchar la palabra del Pontífice, no
está en el libreto de la derecha continental, acostumbrados casi siempre
a los mensajes narcotizadores de los Ciprianis que existen en todo el
planeta.
Y la hipocresía de esa derecha continental,
como de la peruana queda al descubierto, cuando palabras más o palabras
menos, lo dicho por Francisco en esencia lo han dicho y lo siguen
diciendo los pueblos que en los últimos tiempos se han alzado a la pelea
contra la explotación y opresión del capitalismo, poniendo en práctica -
ignorando todavía- esa consigna de ¡no achicarse! ante la injusticia
que el Papa ha lanzado en su visita a esta parte del mundo. ¿Cuántos
hombres y mujeres del Perú han pagado con sus vidas, con su libertad,
con sus empleos, con su salud, con su honor, su osadía de levantarse
contra los efectos calamitosos del neoliberalismo, criticados duramente
por el Papa? ¿Esos hombres y mujeres no han sido acaso satanizados por
esa derecha como antisistema, antimineros o terroristas antimineros,
desatándose contra ellos todas las iras y las furias de los poderes
fácticos y su Estado? ¿El Estado de emergencia que vive actualmente
Islay, con todos sus abusos y atropellos, no es acaso una expresión
fáctica de ese odio que suscita la rebeldía de un pueblo por oponerse
conscientemente a los planes de expansión de una empresa que se ha
valido de un informe trucho para sacar adelante su proyecto minero?
La
derecha peruana, salvo el editorial de El Comercio que comentamos, no
ha dicho esta boca es mía, a pesar de que la Encíclica papal y el
mensaje de Francisco en los países latinoamericanos que acaba de
visitar, son francamente subversivos, en tanto y en cuanto pone en
cuestión, abiertamente, el orden capitalista establecido. No es casual,
en este sentido que su presencia en Sudamérica haya empezado por Ecuador
y continuado en Bolivia. Guste o no, en estos países se están
desarrollando procesos que bien pueden incluirse en lo que Francisco
llama "alternativas creativas" para las realidades económicas y sociales
injustas que está criticando.
Finalmente, aceptémoslo,
la izquierda ha quedado descolocada con los mensajes y las
exhortaciones del Papa. Me refiero a esa izquierda timorata y melindrosa
que anda en puntitas de pie para no despertar a los adversarios
políticos, ni provocar suspicacias entre quienes considera sus aliados
potenciales. El mensaje anticapitalista de Francisco, su
cuestionamiento frontal al neoliberalismo, las críticas y advertencias
sobre el colonialismo y su defensa férrea de los millones de hombres y
mujeres a los que convoca a la lucha en defensa de sus derechos y de la
madre tierra "saqueada, devastada y vejada impunemente" es un excelente
ejemplo de lo que debe ser una propuesta de cambio integral, real, de
nuestras injustas realidades. Francisco no es marxista, tampoco es
socialista, sea cual sea la variante que este concepto encierre, pero en
el verso y en la práctica, está objetivamente a la izquierda de quienes
a pesar de autocalificarse como tales, no son sino engranajes del
sistema que debe transformarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario