Si algún observador avisado del acontecer político peruano
examinase la conducta gubernamental para con el prófugo Benavides Lossio
y la contrastase con lo actuado en la crisis del valle de Tambo, estoy
seguro que en algún momento recordará aquella expresión acuñada por un
mariscal peruano, dos veces gobernante: Para mis amigos todo, para mis
enemigos la ley, que pautó su gestión en
los años 30 del siglo XX. Los memoriosos saben que me estoy refiriendo
al mariscal Oscar R. Benavides, que a sangre y fuego, persiguiendo por
igual a apristas y comunistas -después del levantamiento de 1932 en
Trujillo- restableció el orden en estricta aplicación de leyes
represivas expresamente sancionadas para ahogar la protesta popular;
mientras que por otro lado mantenía intactas las columnas sobre la que
se sostenía el viejo orden oligárquico y pro imperialista, aunque con un
pequeño matiz: la apertura hacia el fascismo italiano y el nazismo
alemán, potencias de las que el militar peruano era un fiel seguidor,
como parte de una corriente que en esos años echó raíces en nuestro
medio.
A estas
alturas del desarrollo de las escandalosas fugas de Martín Belaúnde
Lossio, amiguísimo de la pareja presidencial peruana, sólo los ganapanes
del oficialismo pueden tragarse el sapo de que esas huidas han sido
única y exclusivamente trabajadas por el prófugo. Todo indica, como los
analistas independientes señalan, que existe una mano protectora que le
está abriendo el camino de la fuga. Primero en el Perú, mediante los
pies de plomo con los que se movieron los trámites antes de pedir su
detención, facilitando su escape; y posteriormente también en el Perú,
ante las mañosas demoras en decidir su destino - preso ya el hombre en
Bolivia- sea para conseguir su expulsión o su extradición, y, sancionado
ésta, para acelerarla, conforme lo acaba de denunciar el canciller
boliviano, jaqueando la versión oficial de sus homólogos peruanos que
decían lo contrario.
De la misma forma, el todo
para los amigos funciona en el martirizado valle de Tambo, en Arequipa.
La Southern, a pesar de sus negros antecedentes en el sur peruano, en
Méjico y España, goza de todas las prerrogativas gubernamentales para
salirse con las suyas. Por señalar un ejemplo: El ministro de Ambiente,
acaba de decir, muy autoritariamente por cierto, que el estudio de
impacto ambiental (EIA) en el que se sostiene el proyecto Tía María es
irrevisable. Qué el gobierno, afirma, está abierto al diálogo, pero el
EIA no tiene porque someterse a una revisión internacional. Lo dice, a
pesar de que conforme pasan los días aumentan las observaciones técnicas
a dicho estudio, la última de las cuales tiene que ver con el uso de
las aguas del mar y su procesamiento por una planta desalinizadora, que
pondría en riesgo - léase el artículo de Jürgen Schuldt sobre el
particular en el diario El Comercio de Lima- la fauna marina y la
riqueza hidrobiológica.
Si la pareja presidencial, al
igual que la derecha que apoya a rajatabla el proyecto Tía María, se
oponen a la revisión del EIA, menos podrá hablarse de un nuevo estudio,
como lo reclama el propio Schuldt y otras voces autorizadas, a las que
no podría calificarse de "terroristas antimineros".
En
contraste con esa conducta, al igual que lo hecho por viejo mariscal
Benavides, el gobierno actual se ha esmerado en golpear a las
poblaciones de Islay, a las que previamente ninguneó y satanizó para
luego descargar sobre ellos el peso represivo de miles de policías y
soldados dispuestos a matar, como que han ensangrentado y enlutado el
valle; moviendo además sus resortes en otros ámbitos del Estado -
incluyendo a la Contraloría- para ahogar las justas demandas de los
miles de agricultores que se han levantado en defensa de su vida: el
agro y el agua, amenazados por el mencionado proyecto extractivo. El
Estado de Emergencia, ha sido la cobertura legal, al amparo de la cual
se dispara a diestra y siniestra, se allanan domicilios, se detienen a
supuestos "terroristas antimineros" - como los representantes de la
Southern califica a los opositores al proyecto de Tía María-, se
persigue a otros, mientras que ministros como del interior y de
justicia, con sus amenazas y desbocadas imprecaciones, se convierten en
otros tantos operadores del terror estatal.
Sin
embargo, la cosa no le esta saliendo redonda al gobierno. En el caso de
Belaúnde Lossio, los propios bolivianos y la oposición peruana está
desenmascarando el blindaje brindado al prófugo, ahondando la crisis de
credibilidad que se ha abierto en este caso; que se hace más lacerante,
si vemos el caso de Tía María, cuando se alzan voces como las de Jurgen
Schuldt para cuestionar severamente el EIA del proyecto minero y el
cierrafilas gubernamental en torno a éste. En tanto que el grito
solidario de ¡Todos somos valle de Tambo! se hace realidad en el sur
peruano y en otros puntos del país, mediante un Paro Macroregional y la
convocatoria a movilizaciones para este miércoles 27 y 28 de mayo. Ante
las flaquezas de la democracia burguesa, el pueblo está poniendo en
práctica su propia democracia, la de las calles, la plebeya, la única
vía que le permitirá paralizar la ofensiva fascistizante del régimen y
la derecha ultramontana, trasnochados émulos del mariscal Benavides.
No hay comentarios:
Publicar un comentario