Nada cambia, escribió don César Hildebrandt, pero nos vamos a
divertir, añadió,en las horas inmediatas al nombramiento de Pedro
Cateriano como premier.
Le doy la razón, nos estamos
divirtiendo y no porque el alfil de Vargas Llosa sea un seguidor del
Chato Barraza, sino porque el ambiente en el que se están desarrollando
las conversaciones con la oposición, y
las propias conductas ceremoniosas, acartonadas, pretendidamente
virginales más los desplantes de los interlocutores de Cateriano, han
propiciado un clima festivo tan del gusto de célebres caricaturistas
como Carlín.
El
exceso de peso del flamante premier, para empezar, propició las
primeras sonrisas. No por obra de él mismo, que según parese se siente
cómodo con su figura rolliza, sino porque según las propias
declaraciones del presidente Humala, éste no es muy amigo de las
personas gordas -acaba de increparle a un periodista su manifiesto
sobrepeso- temeroso quizá de que esa obesidad de los funcionarios
estatales, con mayor razón si son de primera línea, -¡el Estado gordo!
que cuestionaba- les impida acceder a los últimos rincones del país, en
especial a los más altos. El soroche, bien lo sabemos es implacable con
las personas subidas de peso.
El propio comandante
también, quizá preocupado por el protagonismo de Cateriano, o por qué
oscuras razones pareciera que quiere bajarle la llanta al carro de la
concertación.
Porque si el premier, conociéndose
lo fosforito que es, ha tenido que tragarse todos los sapos para invitar
al ex presidente García - tiene un libro sobre sus fechorías- y a la
señora Fujimori - conocida es la posición del jefe del gabinete sobre el
fujimontesinismo y sus latrocinios- el presidente Ollanta, quien parece
no conocer la connotación de la palabra diálogo- no ha enterrado el
hacha de guerra. En las últimas horas, en una clara posición de macho
delta acaba de salir en defensa de su cónyuge -blanco de las críticas de
la oposición- como si la señora no fuese capaz de hacerlo por si misma.
Lo peor es que sin consideración por el esfuerzo dialogante de su
primer ministro, acaba de calificar de "jauría de cobardes" a los
críticones, entre los que se encuentran connotadas figuras de la
oposición congresal.
Pero la carne-carne va por el lado
de los actores del diálogo. En principio todos visten la misma
camiseta. Son hombres de derecha, incluyendo al premier, por ende
defensores del orden establecido, del modelo impuesto en los años 90, y
al igual que los tecnócratas de turno, patrocinadores del gran capital y
las transnacionales. Sus diferencias son de forma, de matiz, de
intereses concretitos como los electorales, de época, de estilos.
Utilizando sus propios adjetivos: ¿Creen ustedes que el señor Bedoya es
un antisistema? ¿O que PPK sea un petardista del neoliberalismo? ¿O que
la señora Fujimori, el señor Toledo, como el comandante Ollanta no estén
de acuerdo con el apoyo al extractivismo? ¿El ex presidente García,
creador de las tesis del perro del hortelano será capaz de oponerse a
los paquetazos antiambientales y antipueblos indígenas propiciados y
aprobados por el presente régimen?
Las disputas al
interior de la oposición de derecha, y de la derecha en su conjunto con
la pareja presidencial, son como los líos de callejón, con
altisonancias, con ajos, cebollas y no pocos empujones, por el caño, la
luz, el espacio, los cordeles de ropa...pero al final todos están
juntos.
No deja por ello de llamar a la sonrisa la
grandilocuencia del ex presidente García, quien le ha escrito al
premier: "Será un honor para mi recibirlo en mi oficina cuando su
apretada agenda se lo permita". Puro verso, como si el veterano
político, con más cicatrices en el cuerpo que los propios destructores
no supiera el viejo aserto: "Aprovecha, aprovecha gaviota, que después
de esta no hay otra. Razón por la cual ni bien Cateriano sacó la pipa de
la paz el ex presidente fue el primero en ponerse a la cola de los
potenciales interlocutores, bajando los decibeles de sus intervenciones y
ganando la atención de los medios. Si hablan el mismo lenguaje del
entreguismo al gran capital y al neoliberalismo, no hay cuestiones de
fondo que impidan las coincidencias.
¿Y los anticuchos
de esos interlocutores que están ventilándose en el congreso, en el
ministerio público y en el propio poder judicial?
Pues
hay que colocarlos momentáneamente en la refrigeradora. Esa es la
idea-fuerza del capital, que ha hablado a través de la Confiep. Por eso
mismo interrumpieron el descanso del patriarca de la derecha: Luis
Bedoya Reyes, héroe de mil y un combates librados desde fines de los
años 40 del siglo pasado y que ni bien terminó de hablar con el premier
llamó a cultivar la santa paciencia para superar la crisis que está
entrampando los intereses de los que parten el jamón en el país.
Paradojas de la partidocracia criolla: el maestro Bedoya no puede poner
orden en su disminuido partido donde hay otro lío de callejón, pero si
se trata de defender los intereses de conjunto, todos se alínean.
Esto
es lo que finalmente interesa: la bolsa. La democracia, para la
derecha, es la cobertura que también puede entrar a la congeladora si el
caso lo amerita. ¿No fue acaso esa misma derecha, la vieja y la nueva
que insurgió en los 90 la que terminó allanándose al golpe del 5 de
abril de 1992. Cateriano, es cierto, al igual que Vargas Llosa, se opuso
al golpe - a diferencia de otros seguidores del Movimiento Libertad que
habían fundado- pero al igual que los grandes empresarios, ideólogos y
tecnócratas no tiene diferencias sustanciales con el modelo neoliberal,
creación de la constitución bastarda de 1993, a cuyo fortalecimiento
está contribuyendo.
Ante este escenario el pueblo sólo tiene que sonreir, es una pelea de los operadores de sus verdugos.
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