miércoles, 1 de abril de 2015

NO NOS HAGAMOS BOLAS


No nos hagamos bolas. Como esos jugadores de fútbol que con el arco lleno de goles solo esperan el pitazo final para salir disparados hacia los vestuarios, de la misma manera el ollantismo, luego de la paliza recibida en el congreso, solamente está esperando el fin de su mandato para entregar los trastos, sin dejar por ello de servirle la mesa a los que realmente parten el jamón en el país.

Por eso es que resulta hasta cierto punto intrascendente el nombre de quien reemplace a la señora Jara como presidenta del gabinete. ¿Variará el entreguismo del régimen a las transnacionales y al gran capital nativo si el cargo lo ocupa un tecnócrata, un "independiente" o un nacionalista ultramontano como el señor Otárola? Evidentemente que no, como tampoco variará un ápice su política de meterle bala, palo y bombas a las poblaciones que en defensa de su vida se alzan a la pelea contra el extractivismo minero, a las que ahora se califica de "terroristas antimineros", obviando que fue el ahora presidente - lo recuerdan bien en el valle de Tambo en Arequipa, como ayer lo hicieron en Cajamarca- el que como candidato levantó la consigna de defensa a muerte del agua, contra la voracidad de los gambusinos del siglo XXI.

En ese sentido, hay que saber interpretar a los mandamases de la Confiep. Éstos hablan de una figura consensual para el cargo de premier dizque para "retomar el camino del crecimiento"; crecimiento, bien lo sabemos, que en las últimas dos décadas, bajo el imperio del neoliberalismo,  ha favorecido principalmente al gran capital y a las transnacionales. Consenso, además,   que desde la lógica de estos apetitos excluye a las poblaciones cajamarquinas, cusqueñas o amazónicas y a sus defensores en el congreso, en pie de guerra justamente contra ese estilo de "crecimiento" que  destruye la vida y el medio ambiente, así como también siembra muertos y heridos entre los defensores de los ríos, lagos, lagunas, bofedales, y  de los otroras valles promisorios del interior del país.

Ese sentir también es compartido por un grueso de la oposición que se trajo abajo a la premier Jara. Es cierto que para el Apra, el fujimontesinismo, Solidaridad Nacional y el propio PPC, la pugna frontal con el gobierno, en vísperas de un proceso electoral, les puede otorgar réditos y posicionamientos políticos particulares; no escapa sin embargo a la verdad que más allá de la grita y excomuniones mutuas existen entre ellos  coincidencias de fondo que matices más o matices menos, tienen que ver con la implementación del neoliberalismo, en cuya defensa las diferencias se hacen secundarias.

Los dueños del Perú, reunidos en la Confiep, lo saben de sobra. De ahí su exhortación a que unos y otros depongan las armas del contraste para retomar "en conjunto, armonía y respeto", el camino del crecimiento. Clarísimo.

Finalmente, hay que tener en cuenta lo siguiente: Desde una perspectiva popular, la censura a la premier, así como ocurrió con la derogatoria de la ley antipulpines - aunque en esta  ocasión teniendo como respaldo un gran movimiento de masas en todo el país- revela la fortaleza de un sentir, de una indignación, de una protesta contra un manejo antidemocrático de los gobiernos de turno, que puede, llegado el caso,  a colocar contra la pared y aíslar a los gobernantes y sus secuaces, cuya debilidad salta a la vista precisamente por ese divorcio con los intereses y aspiraciones del pueblo que los lleva al ostracismo, como está ocurriendo con la administración del comandante Humala.

El problema está en que ese revés del ollantismo, ya de salida, y esa victoria de las fuerzas verdaderamente democráticas - no me estoy refiriendo por supuesto a las organizaciones derechistas que buscan pescar a río revuelto- no puede canalizarse todavía hacia la vertebración de un gran movimiento de masas, democrático y popular, con filo de futuro, que pueda presentarse como una alternativa de cambio y transformación del país. Ese es el desafío para quienes desde un posicionamiento real de izquierda, desde fuera o desde dentro del congreso u otras entidades,  no han sido presas de los cantos de sirena de la burguesía. El trabajo está por este lado.


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