No nos hagamos bolas. Como esos jugadores de fútbol que con el
arco lleno de goles solo esperan el pitazo final para salir disparados
hacia los vestuarios, de la misma manera el ollantismo, luego de la
paliza recibida en el congreso, solamente está esperando el fin de su
mandato para entregar los trastos, sin dejar por ello de servirle la
mesa a los que realmente parten el jamón en el país.
Por
eso es que resulta hasta cierto punto intrascendente el nombre de quien
reemplace a la señora Jara como presidenta del gabinete. ¿Variará el
entreguismo del régimen a las transnacionales y al gran capital nativo
si el cargo lo ocupa un tecnócrata, un "independiente" o un nacionalista
ultramontano como el señor Otárola? Evidentemente que no, como tampoco
variará un ápice su política de meterle bala, palo y bombas a las
poblaciones que en defensa de su vida se alzan a la pelea contra el
extractivismo minero, a las que ahora se califica de "terroristas
antimineros", obviando que fue el ahora presidente - lo recuerdan bien
en el valle de Tambo en Arequipa, como ayer lo hicieron en Cajamarca- el
que como candidato levantó la consigna de defensa a muerte del agua,
contra la voracidad de los gambusinos del siglo XXI.
En
ese sentido, hay que saber interpretar a los mandamases de la Confiep.
Éstos hablan de una figura consensual para el cargo de premier dizque
para "retomar el camino del crecimiento"; crecimiento, bien lo sabemos,
que en las últimas dos décadas, bajo el imperio del neoliberalismo, ha
favorecido principalmente al gran capital y a las transnacionales.
Consenso, además, que desde la lógica de estos apetitos excluye a las
poblaciones cajamarquinas, cusqueñas o amazónicas y a sus defensores en
el congreso, en pie de guerra justamente contra ese estilo de
"crecimiento" que destruye la vida y el medio ambiente, así como
también siembra muertos y heridos entre los defensores de los ríos,
lagos, lagunas, bofedales, y de los otroras valles promisorios del
interior del país.
Ese sentir también es compartido por
un grueso de la oposición que se trajo abajo a la premier Jara. Es
cierto que para el Apra, el fujimontesinismo, Solidaridad Nacional y el
propio PPC, la pugna frontal con el gobierno, en vísperas de un proceso
electoral, les puede otorgar réditos y posicionamientos políticos
particulares; no escapa sin embargo a la verdad que más allá de la grita
y excomuniones mutuas existen entre ellos coincidencias de fondo que
matices más o matices menos, tienen que ver con la implementación del
neoliberalismo, en cuya defensa las diferencias se hacen secundarias.
Los
dueños del Perú, reunidos en la Confiep, lo saben de sobra. De ahí su
exhortación a que unos y otros depongan las armas del contraste para
retomar "en conjunto, armonía y respeto", el camino del crecimiento.
Clarísimo.
Finalmente, hay que tener en cuenta lo
siguiente: Desde una perspectiva popular, la censura a la premier, así
como ocurrió con la derogatoria de la ley antipulpines - aunque en esta
ocasión teniendo como respaldo un gran movimiento de masas en todo el
país- revela la fortaleza de un sentir, de una indignación, de una
protesta contra un manejo antidemocrático de los gobiernos de turno, que
puede, llegado el caso, a colocar contra la pared y aíslar a los
gobernantes y sus secuaces, cuya debilidad salta a la vista precisamente
por ese divorcio con los intereses y aspiraciones del pueblo que los
lleva al ostracismo, como está ocurriendo con la administración del
comandante Humala.
El problema está en que ese revés
del ollantismo, ya de salida, y esa victoria de las fuerzas
verdaderamente democráticas - no me estoy refiriendo por supuesto a las
organizaciones derechistas que buscan pescar a río revuelto- no puede
canalizarse todavía hacia la vertebración de un gran movimiento de
masas, democrático y popular, con filo de futuro, que pueda presentarse
como una alternativa de cambio y transformación del país. Ese es el
desafío para quienes desde un posicionamiento real de izquierda, desde
fuera o desde dentro del congreso u otras entidades, no han sido presas
de los cantos de sirena de la burguesía. El trabajo está por este lado.
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