lunes, 30 de marzo de 2015

LA SEÑORA JARA DEBE IRSE




Dentro de dos o tres el Congreso de la República decidirá la permanencia o no de la señora Ana Jara como premier del gobierno que dirige el comandante Ollanta Humala. Al respecto, alcanzo mi opinión.


I


Si nos ceñimos a los usos y costumbres de la democracia burguesa, la señora Ana Jara debe dejar el premierato, por la responsabilidad que le compete en el seguimiento policiaco a miles de autoridades, opositores, periodistas y ciudadanos comunes y silvestres desarrollado por la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI), que según todos los indicios ha seguido manteniendo las  nocivas concepciones y prácticas del SIN del fujimontesinismo. No basta con haber expectorado a  las cabezas policiales y administrativas de la DINI, existe una responsabilidad política que inevitablemente tiene que ser zanjada y ésta le corresponde a la señora Jara.


Que conste que no se está enjuiciando el conjunto de la labor, buena, mala o mediocre de la premier,  que hace algunos  momentos ha salido públicamente a  defenderla. Tampoco se están evaluando sus capacidades o habilidades profesionales o personales. El pedido de censura responde a un hecho concreto: el espionaje a ciudadanos peruanos,  digitado, según se sospecha desde el propio palacio de Pizarro.


Lo que ocurre es que en una democracia trucha como la que existe en el Perú las responsabilidades políticas generalmente son obviadas aunque ello implique devaluar más el orden político imperante. Recuérdese el caso Bagua. Decenas de dirigentes y miembros de los pueblos indígenas fueron satanizados, encarcelados, perseguidos y hoy están siendo hoy juzgados.  En su momento, ni el premier, en ese entonces el señor Yehude Simon, que hoy aspira a la presidencia de la República, ni la que fue  Ministra del Interior, la señora Cabanillas, que seguramente quiere volver a ser congresista,  afrontaron sus responsabilidades políticas por lo ocurrido. Se mantuvieron en sus puestos, con el espaldarazo del presidente García. Hoy, en el tribunal que está juzgando a los ciudadanos amazónicos no aparecen ni como testigos, a pesar de que tienen mucho que decir para un adecuado esclarecimiento de los hechos.


II


Es cierto, volviendo al caso de la señora Jara, que es la ultraderecha, -vía el fujimontesinismo, el Apra o el diario El Comercio- la más interesada en sacarse de encima a la premier. Se conjugan ahí las pretensiones estrechamente políticas, electorales, con los intereses económicos de determinados sectores de la gran burguesía que quieren poner de rodillas a la pareja presidencial para sacar  adelante, sin aprensiones, sus planes y proyectos de inversión. A estos sectores no les interesa el sanear la democracia vigente. En el pasado fue la ultraderecha la que sostuvo al fujimontesinismo porque le permitió ensanchar sus arcas con todas las comodidades del caso. Apoyaron en el 92 la quiebra del Estado de Derecho,  el violentamiento de los derechos humanos en la guerra interna y sus principales representantes,  empresarios o políticos ¿no desfilaron acaso por la tenebrosa salita del SIN que regentaba el tristemente célebre Vladimiro Montesinos?


A estos señorones les interesa un rábano la construcción de  una verdadera democracia  burguesa, prefieren la trucha, la hipócrita, la tramposa.



A quienes tampoco les interesa democratizar realmente  al país es a las otras fracciones de la derecha  empresarial o política. Hoy quieren salvarle el cuello a la premier, pero no para fortalecer el Estado de Derecho, lo hacen únicamente en función de sus intereses crematísticos, de sus inversiones o de sus proyectos de inversión.  En esto coinciden con la pareja presidencial y sus fieles escuderos, que están moviendo cielo y tierra para que doña Ana Jara se quede en el puesto para no generar dizque un “clima de inestabilidad” para el capital. “Todo tipo de incertidumbre política siempre genera intranquilidad en lo que se refiere a las decisiones de inversión”, ha declarado el presidente de la Sociedad Nacional de Industrias. Son sus bolsillos los que mandan.


III


Finalmente,  para  algunos demócratas pequeño burgueses radicalizados, la señora Jara debe mantenerse en el premierato porque de lo contrario, dicen, se abre la posibilidad de que un congreso hostil al ejecutivo entrañe el peligro de una disolución del mismo, fórmula constitucionalmente establecida.  Incapaces de pensar y actuar en otros confines democráticos que no sean los de la democracia burguesa, se asustan ante tal posibilidad, prefiriendo cerrar filas con el gobierno y con el ala liberal de la gran burguesía antes de abrirle paso a una opción independiente. Claro que de paso, apoyando con su voto a la señora Jara, algüito les caerá, como ha ocurrido en otras situaciones parecidas, donde el congreso ha semejado un mercado minorista o mayorista, dependiendo de los alcances de la transacción.


El pueblo, lo hemos dicho varias veces, debe trazarse su propio camino, sus propios objetivos, su propia estrategia de poder. Desde este marco debe exigir que la señora Jara deje el cargo. No porque esté de acuerdo con los propósitos de la ultraderecha, sino porque desde su perspectiva independiente la democracia burguesa debe airearse, adecentarse, apuntalarse en todo aquello que pueda permitirle a ese pueblo fortalecerse. Si la señora Jara se va censurada o deslegitimada por una victoria pírrica, se abre el camino para que en el futuro ante situaciones como las de la coyuntura presente, el pueblo en movimiento, incluyendo a sus representantes congresales, puedan hacer uso de ese instrumento que toda democracia moderna suele emplear: la censura.


Aunque resulte ocioso decirlo: en el Perú, aunque resulte paradójico, ha sido el pueblo: obreros, campesinos, estudiantes, maestros, empleados, etcétera los que siempre han sacado cara por la democratización del país. En los 70 del siglo XX el pueblo en movimiento se trajo abajo a la dictadura militar, en los 90 arrojó del poder al fujimontesinismo. En esa línea de exigencia se inscribe mi opinión de que la señora Ana Jara debe dejar el premierato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario