miércoles, 11 de marzo de 2015

Y EL SOL SIGUIÓ SALIENDO

 Foto del diario La República
En octubre de 1958, cuando murió el Papa Pío XII, era todavía un niño que no concluía la primaria. Vivía en un caserón del barrio de Monserrate, teniendo como amigos y vecinos a otros infantes de más o menos mi edad, con quienes durante la agonía del Pontífice vivimos horas de terror ante la inminencia del deceso de quien era la máxima autoridad de la Iglesia Católica. ¿Por qué ese terror? se preguntarán ustedes. Pues porque una venerable anciana y vecina, totalmente desorbitada ante las noticias que llegaban de Roma, no tuvo otra reacción que la de pregonar a diestra y siniestra que estábamos al borde del fin del mundo. La muerte de Pío XII para dicha señora como para otras respetables cucufatas y cucufatas del barrio - vivíamos a pocos pasos de la iglesia de Monserrate- iba a significar el anuncio de la hecatombe.

Murió el Papa, pero el sol siguió saliendo.

Recuerdo esas horas de pánico infantil porque anoche, a través de la televisión, pude observar y escuchar a jóvenes y adultos, de diferentes confesiones religiosas, hacer prácticamente las misma negras profecías si acaso el congreso peruano hubiese aprobado la denominada ley de la unión civil entre personas del mismo sexo. Rostros desencajados pero amenazantes, ojos a punto de desbordar sus cavidades oculares, cabelleras desgreñadas por el ir y venir, gritos destemplados que lanzaban rayos y centellas... tal era el sombrío panorama que mostraba la fanaticada religiosa, mientras rezaban, cantaban o agitaban banderolas con citas bíblicas a cada cual más impactante.

En pleno siglo XXI, con un desarrollo impresionante de la ciencia y la técnica, otra vez jugando al miedo, al pánico, para cerrarle el paso a una exigencia democrática de una minoría social peruana.

Nada de esto ocurriría en el Perú si acaso hubiésemos vivido una revolución burguesa, o en su defecto si acaso la burguesía peruana desde su surgimiento hubiese sido consecuente con el verbo inflamadamente democrático que ha pregonado desde el siglo XIX, que de haberse hecho realidad nos hubiera permitido contar con un Estado laico, independiente de cualquier confesión religiosa, y una cultura laica, tolerante y por ende democrática, donde las decisiones de gobierno en beneficio de la ciudadanía en su conjunto transparentasen ideas y conceptos totalmente ajenos a la fe religiosa, cualquiera fuese ésta.

En el Perú sucede todo lo contrario. Con una democracia fallida, al servicio de las clases dominantes, no existe un Estado laico aunque en el papel se diga lo contrario. Las relaciones con la Iglesia Católica, en especial con su corriente más conservadora, sigue siendo estrecha sin que los gobiernos de turno se atrevan a superar tan anómala situación, especialmente por la cobertura ideológica justificativa que la iglesia suele brindar al poder establecido. ¿No es cierto acaso que en los años del fujimontesinismo y de la guerra interna el entonces Obispo de Ayacucho, Monseñor Cipriani decía que la defensa de los derechos humanos eran una cojudez? 

En nuestros días sabido es por ejemplo la cerrada oposición a la unión civil mantenida por la jerarquía católica peruana. Esta posición es la que finalmente explica el voto en contra de esa moción por parte de los tres congresistas del partido de gobierno, a pesar de que entes estatales como la Defensoría del Pueblo, el Ministerio de Justicia y el Ministerio Público habían expresado una opinión favorable; y a pesar también de que como candidato el hoy presidente Humala asumió las reivindicaciones del colectivo LGTB, la minoría social peruana que ha levantado las banderas de la unión civil, en uso precisamente de lo que en el papel constituyen sus derechos ciudadanos.

En conclusión, debe quedar en claro que si la burguesía peruana, no ha sido capaz de construir un Estado laico y una cultura laica como corresponde a una democracia moderna, le toca al pueblo y sus vanguardias asumir esa responsabilidad, enarbolando tales banderas desde ahora, que presupone una política tolerante y respetuosa de todas las confesiones religiosas existentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario