domingo, 22 de marzo de 2015

¡AHÍ VIENE GUADALUPE!


En recuerdo de Alberto Quiroz Rosales, mi hermano de la G-63,  sea cual sea el puerto del mar de la tranquilidad donde esté reposando.

¡Ahí viene Guadalupe!, expresión que el gran Sofocleto utilizara para una de sus columnas periodísticas, fue sin embargo una frase acuñada por los hombres y mujeres que cada 27 de julio colmaban el Campo de Marte y aledaños con un solo propósito: ver desfilar al histórico plantel, a su banda de músicos y a sus escuadrones de uniforme comando que ese día, como dignos herederos de sus antecesores dejaban el alma en su gallardo desplazamiento por las calles de la capital peruana.

Sin subestimar a ningún plantel de Lima o del país, estatal o particular, Guadalupe era el Primer Colegio Nacional de la República, no solamente por su antigüedad - fue fundado en 1840- sino por su historial de plena entrega a las mejores causas del país. Y no estoy hablando solamente de los cuadros que se formaron en sus aulas para entregar literalmente sus vidas al servicio de nuestros pueblos, como gobernantes, científicos, literatos, filósofos, educadores, empresarios, artistas, deportistas, religiosos...estoy hablando también de los guadalupanos, docentes y estudiantes, que se inmolaron en la guerra con Chile, en cada de una de las etapas de su desarrollo; porque debe saberse que fue un guadalupano -José Antonio de Lavalle- el que recibió el trascendental encargo de desplazarse al sur para evitar la guerra, como lo fueron Diego Ferré, Enrique Palacios, Leoncio Prado, Melitón Carbajal, Manuel Fernando Bonilla, entre muchos más que cayeron en Angamos, Arica, Tarapacá, San Juan y Miraflores, Huamachuco...

Es que Guadalupe, sea en su local de La Chacarilla (al costado del parque Universitario) o en su actual local en la avenida Alfonso Ugarte, siempre ha sido un bastión libertario,  en especial desde que Sebastián Lorente (1813-1884) un médico y filósofo español que se colocó al frente del plantel insuflara entre el alumnado las ideas de libertad, democracia, patriotismo y laicismo. La historia oficial registra así célebres confrontaciones ideológicas entre los alumnos de Guadalupe, exponentes del liberalismo, versus los estudiantes del Convictorio de San Carlos - funcionaba donde ahora está La Casona de San Marcos- en el que reinaban las ideas conservadoras y excluyentes de Bartolomé Herrera.

Debates célebres que se trasladaron al Congreso de la República cuando Herrera fue elegido congresista, al mismo tiempo que don Pedro Gálvez,  director del Colegio Guadalupe. Una de sus más recordados encontronazos se dio en torno al voto o no de los indígenas analfabetos. Herrera estaba por el voto para los alfabetos, Gálvez se opuso puntualizando que el nivel educativo no podía ser una fuente de los derechos políticos de los ciudadanos, en especial del derecho a sufragio. La votación favoreció a Gálvez, pero el conservadurismo y la antidemocracia se dieron maña para bloquearlo en los hechos, como ocurrió hasta las elecciones de 1980.

En ese contexto, ¡Ahí viene Guadalupe! era entonces la frase callejera que contenía todas las expectativas de los limeños, que querían ver de cerca a los herederos de los constructores de la patria. Lo recuerdo ahora, en un año especial para los guadalupanos, que nos aprestamos a celebrar los 175 años de existencia del Colegio y los 75 años de fundación de la Asociación Guadalupana.

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