Aquí yace la ley pulpín
Ollanta la promulgó
la juventud la liquidó
Ollanta la promulgó
la juventud la liquidó
Lo negarán una y otra vez, pero nunca como ahora, como cuando en las
noches de cielo abierto se pueden divisar las constelaciones, en el Perú
de la presente coyuntura es posible observar, sin mucho esfuerzo, el
movimiento de las clases y de los intereses de clase en torno
específicamente de la llamada ley pulpín. El presidente Ollanta, por
ejemplo, a nombre de la gran burguesía nucleada en Confiep, de la
derecha en su conjunto y de la tecnocracia neoliberal ha convocado para
mañana lunes 26 una sesión extraordinaria del congreso para ratificar la
cuestionada disposición laboral. Constitucionalmente lo puede hacer,
pero políticamente no es sino una maniobra pendenciera, criolla, para
salir de una crisis que ha puesto al régimen contra la pared,
evidenciando su verdadera naturaleza pro gran burguesa y
antidemocrática, mostrando incluso los colmillos autoritarios y
represivos propios de una administración policiaca.
Lo dijmos con
anterioridad y lo repetimos: la mencionada ley pulpín está liquidada.
El congreso, dándole una vez más la espalda al pueblo, puede darle la
razón a la pareja presidencial, pero lo que nunca podrá otorgarle es
legitimidad. No les interesó obtenerlo desde el momento en que dicho
dispositivo, pese a su trascendencia, fue aprobado entre gallos y
medianoche, con la sola presencia de los representantes del gran capital
y los tecnócratas del MEF, como parte de una estrategia mayor con que
el capital quiere salir de los aprietos en los que se halla por su
propia responsabilidad, pero cuyos costos, como siempre, descarga sobre
los hombros de los trabajadores, de los pueblos, de las juventudes.
Justamente son estos jóvenes y la ciudadanía en su conjunto, los que
en calles y plazas de las principales ciudades del país han manifestado
su rechazo, su repulsa a una disposición que atenta contra la esencia
de lo que la OIT llama trabajo y salarios dignos. Al mismo tiempo ha
tomado distancia del oportunimo de la vieja y nueva partidocracia
derechista que aprobó la ley en el congreso, pero que al ver la reacción
popular y con fines meramente electoreros se ha puesto al lado de las
juventudes. Desaprueban ahora la ley pulpín porque se le van los ojos en
los millones de votos juveniles, pero están de acuerdo con la
estrategia pro gran burguesa de conjunto.
Por lo tanto no hay
consenso, no hay aprobación del soberano, no hay legitimidad. La ley,
políticamente está muerta. Las movilizaciones populares de diciembre y
enero la liquidaron.
En ese curso el pueblo se ha colocado al
frente de los explotadores de siempre, de su gobierno, de sus partidos;
en la lucha está pisando otra vereda, ejercitando su propia democracia,
porque la otra, la formal, la constitucionalmente vigente no los toma
en cuenta, los ha excluido, al considerarlos como ciudadanos de segunda o
tercera, como en los tiempos de la vieja oligarquía.
Es válido por tanto el epitafio con el que abrimos la presente nota.
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