Con sinceridad, nunca he visto tan mal a la señora Nadine como ayer en Huaycán.
Desesperada,
fuera de sí, disparando contra todo y contra todos. En una palabra,
doña Nadine estuvo patética al defender lo indefendible: la ley laboral
que convierte a los jóvenes en carne fresca para la voracidad insaciable
del gran capital y las transnacionales.
Mientras
los jóvenes se preparaban para desbordar las calles y plazas limeñas,
la primera dama, olvidando las promesas electorales de su esposo y
obviando la gran trasformación que ellos han sufrido, lanzó al aíre
expresiones y afirmaciones que cual bumerán le golpeaban el rostro.
La
señora, por ejemplo, no puede hablar, muy alegremente, de que quienes
se oponen a la ley esclavista practican la politiquería barata, sin
mirarse ella misma al espejo. Los videos colgados en youtube donde se
escucha al entonces candidato Humala ofreciendo el oro y el moro a los
jóvenes,incluyendo el trabajo digno, son contundentes al respecto. Es
una constante entre los poliqueros baratos embaucar a los electores,
practicar la demagogia, vivir de las expectativas y demandas de los
pueblos. Y esto es lo que está haciendo la pareja presidencial.
En
ese sentido otra de sus expresiones de ayer: "No volteen la cara al
país ni a los jóvenes", no pasa de ser una exclamación para las
tribunas. En su campaña electoral la pareja le presentó al país una
lectura, un diagnóstico de sus males crónicos, ahondados, dijeron, por
las dos décadas del reinado neoliberal. En esa visión se sustentó su
ofrecimiento de una gran transformación. Por ello votamos. La realidad
de hoy es dura pero exacta: el ollantismo, poniéndose de rodillas frente
a la gran burguesía y a las transnacionales - a la que
responsabilizaban de los graves problemas económicos y sociales del
Perú- no está haciendo, comas más o comas menos, sino lo mismo que
hicieron sus antecesores, incluyendo al fujimontesinismo.
Finalmente,
la señora Nadine tiene toda razón del mundo cuando afirma que su
gobierno "trabaja con convicción". Desde que la señora y su cónyuge
abandonaron los polos rojos que usaban en sus desplazamientos para optar
por los de color blanco, asumieron con firmeza una reconversión
ideológica y política que finalmente los llevó a ubicarse en la vereda
de las plutocracias peruanas.
Con razón, el patriarca de los Humala acaba de decir " a mi hijo le han lavado la cabeza".
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