Las avanzadas juveniles de las principales ciudades del país vuelven a
ganar las calles. La indignación los empuja a la protesta: el
ollantismo y la derecha peruana quiere imponerles un trasnochado régimen
laboral propio del capitalismo salvaje. La justificación la ha dado el
propio presidente Ollanta: los jóvenes que entre los 18 y 24 años
aspiren a un puesto de trabajo,"tienen
que pagar piso", el gran pretexto sobreexplotador que al gran capital le
ha permitido acrecentar su rentabilidad en las últimas décadas bajo el
imperio del neoliberalismo.
La
derecha, la más rancia y la más liberal, están unidas en este
despropósito que violenta groseramente las recomendaciones de la OIT de
lo que debe ser un trabajo digno. Que el Apra, el fujimontesinismo y PPK
tomen ahora distancia de la norma esclavista, aprobada por el congreso y
rubricada por el presidente Ollanta, no es más que una maniobra
electoral, no quieren perder el favor de lo jóvenes, cuyas avanzadas,
rompiendo la molicie de los últimos meses se han lanzado a las calles y
plazas para buscar la derogatoria de tan infamante ley.
La
oposición parlamentaria, la que se identifica cabal y realmente con los
más altos intereses del país y de sus pueblos, dinamizados también por
las vanguardias juveniles de Lima, Trujillo, Arequipa, Cusco...está
peleando por esa derogatoria, pero este conglomerado es consciente que
si las calles y las plazas no hablan, sus iniciativas estarán condenadas
al encarpetamiento, tal y como ha ocurrido con la moción de censura del
vapuleado ministro Figallo.
En la gran batalla por
traerse abajo el el engendro laboral, no basta solamente la presencia
juvenil. La razón es una sola: esa norma forma parte de los paquetazos
entreguistas y extractivistas que con el pretexto de la crisis económica
ha poblado de privilegios y gollerías al gran capital y a las
transnacionales, que nunca han ganado tanto como en las últimas décadas -
lo ha afirmado el propio Vargas Llosa- pero que en medio de las
dificultades del presente, quieren seguir ganando como antes o más que
antes, a costa del sacrificio del medio ambiente, de los derechos y
conquistas de los pueblos indígenas de sierra y selva, de la dignidad y
sobreexplotación de los jóvenes desempleados, apelando incluso a
corruptelas de todo cariz. El Perú, por obra y gracias de esos mandones,
destila pus por todos sus poros.
Se impone por
ello trabajar, desde las calles y plazas, por alcanzar la unidad más
amplia de los indignados del país. No podemos asistir impertérritos a
esa bacanal. Como hubiera dicho el maestro Gonzáles Prada, no valen aquí
las reticencias, las medias palabras, las contemporizaciones ni los
tiros solapados y cobardes. La pelea no es solamente de los jóvenes, es
de la ciudadanía en su conjunto. Hay que derrotar a esa derecha en todos
los planos del quehacer social, hay que traerse abajo el oprobioso
régimen laboral juvenil. Así y solo así, con plena independencia,
estaremos trabajando por alcanzar el bien común, la felicidad, el sueño
de un nuevo orden.
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