domingo, 28 de septiembre de 2014

VOTARÉ POR DOÑA SUSANA, PERO...

Lo he decidido: aunque a regañadientes pero el próximo 5 de octubre votaré por la señora Villarán para la alcaldía de la vieja Lima.

¿Por qué a reñadientes si en las anteriores 2 votaciones voté sin dudas ni murmuraciones por la ahora candidata de Diálogo Vecinal? se preguntarán algunos.

No pongo en tela de juicio las buenas intenciones de la señora Susana, tampoco su honestidad; lo que critico - de ahí mi desazón- es su conducta política al frente de la más importante plaza electoral del país. 

Tan trascendente es que la derecha, en especial la analfabeta y lumpenesca no ha cesado - y continuará haciéndolo- con su campaña de demolición contra la burgomaestre capitalina, que la inició, bien lo sabemos,desde que la señora apareció, hace 4 años, como candidata.

A esa ofensiva política no podía responderse únicamente con obras - sin negar la importancia de las mismas- había que contrarrestarla haciendo de Lima - a partir de esas mismas obras, proyectos y acciones - una verdadera plaza política, democrática, del pueblo, autónoma desde la defensa las reivindicaciones del presente y del futuro de esas masas que apostaron por doña Susana.

Ello solo podía lograrse si se actuaba con plena autonomía ideológica y política del accionar de esas fracciones gran burguesas que a lo largo de estos años han sembrado un apoliticismo ramplón, centrado en aquello de que más valen las obras que las palabras, o una ideología lumpenesca que subyase en la expresión: "que importa que robe, si hace obras".

La señora Villarán y aquel sector de la izquierda moderada o moderna que la auspició y apoyó en la gestión, cayó en el juego de la derecha, dedicándose a contraponer obras con obras, transparencia con no transparencia, obras con honradez, versus obras sin honradez. Su última consigna electoral: Susana si se atreve... a hacer obras se entiende, desnuda la gran limitación de esa manera de pensar.

La derecha, con una larga trayectoria en estos menesteres y con un masivo apoyo mediático, se tragó a la burgomaestre y sus equipos con zapatos y todo, sobredimensionando los errores, las limitaciones, los vacíos de la gestión edilicia y hasta el quebrantamiento de su decisión inicial de no ir a la reelección.
Si a esto le agregamos los silencios calculados de la señora Villarán frente a los graves problemas que afronta el país, incluyendo sus acercamientos con el gobierno de turno - que explican sus alianzas tácitas o abiertas con el ollantismo y el partido del señor Toledo- completan el cuadro de sus ambigüedades o deficiencias, que repito no hay que achacárselos únicamente a la burgomaestre.

La falta de politización real, doctrinal, programática, ética, de la ciudadanía limeña, explica ahora el contrasentido de que los mismos electores que ayer eligieron o respaldaron, a la hora de la revocatoria, a la señora Villarán, esos mismos, decimos, votarán el 5 de octubre contra ella. El quid del asunto no estaba entonces en el tema de las obras.

Pese a ello, lo dije líneas arriba, votaré por la señora Villarán, por sus buenas intenciones, por su honradez. Será un voto, dicho sea de paso contra la mugre amontonada en las otras candidaturas, salvo una que otra excepción.

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