Decíamos en una nota anterior que los grandes ausentes en la crisis
gubernamental de estos días han sido las masas populares; no ocurriendo
lo mismo, sin embargo, con el gran empresariado,que como bien señala el
profesor Francisco Durand se ha visto obligado, forzado por la crisis, a
"salir del closet" para defender en vivo y directo sus intereses ante
las falencias de sus representantes políticos, incluyendo el humalismo,
incapaces hasta de ponerse de acuerdo en defensa de sus patrocinadores.
Hemos visto así a los máximos representantes de la Confiep sacar la
cara, una y otra vez, por el ministro Castilla, gran impulsor del nuevo
piso del neoliberalismo en el Perú que le está construyendo el
humalismo; eminencia gris, además, del último paquetazo merced al cual
el gran capital proyecta sortear exitosamente los malos tiempos de la
economía, no previstos y mal enfrentados - lo dicen más de un economista
independiente- por el todopoderoso amigo de la pareja presidencial,
responsabilidad que cualquier en otro país ya le hubiese costado el
puesto.
Con partidos como el Apra y el PPC que cargaron con todo
contra Castilla, por razones evidentemente electorales - aunque
aclarando que no estaban contra el modelo- y una línea humalista de
defensa que hacía agua por todos lados, el empresario, a través de la
Confiep se vio obligado a intervenir públicamente en el debate, como
también a forzar una reunión con la propia señora Jara. La censura del
gabinete hubiera golpeado al humalismo, pero asimismo al gran capital
que se ha sacado la lotería con el actual gobierno, como bien lo admitió
Vargas Llosa en diciembre de 2013 al decir que "los empresarios en el
Perú nunca han ganado tanto como ahora".
A confesión de parte, relevo de pruebas...
Con el tema de las AFP ha ocurrido exactamente lo mismo, aunque ahora
sean los representantes de la fracción financiera del gran capital los
que están presionando para evitar que se promulgue la ley aprobada en el
congreso. Los lobbies están en el orden del día, mientras los
representantes de la Sociedad Peruana de Hidrocarburos hacen lo mismo en
apoyo al ministro Mayorga, que está con la cabeza al pie de la
guillotina por sus relaciones aparentemente nada santas con empresas
petroleras que operan en el país.
En la misma línea de las
movidas empresariales debe contarse a la gran prensa, cuyo poder
mediático fue puesto en tensión para evitar el zafarrancho. El Comercio
en primer lugar, quien en un revelador editorial (Cuidado con lo que se
pide, del 25 de agosto de 2014) sacó la cara por el gabinete,
zarandeado en el congreso, pero muy particularmente por la ministra de
Salud a la que defendió a capa y espada por estar impulsando "medidas
revolucionarias" en el sector salud.
¿Y cuáles son esas medidas revolucionarias a las que se refiere dicho periódico ultraderechista?
Pues nada más y nada menos que las políticas enfiladas a la
privatización del sector que dirige la señora Midori de Habich, que
tiene en la reciente licitación de la gestión del Hospital del Niño una
cabecera de playa del gran capital, que deberá extenderse a una veintena
de nosocomios de Lima y provincias.
Poco le importa al decano
de la prensa peruana la hiriente incapacidad de una ministra que no ha
podido resolver una huelga médica que a la fecha lleva más de 100 días;
como también soslaya su responsabilidad en el abandono de otros grandes
problemas de salud como el de la prevención y tratamiento del VIH/Sida.
"No es posible que se diga que somos un país con mayor proyección
económica y políticas inclusivas y tengamos serios problemas en el
tratamiento y prevención del VIH" reza una carta de las organizaciones
comprometidas en la lucha contra ese flagelo.
Más claro ni el agua, negocios son negocios...
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