lunes, 1 de septiembre de 2014

LOS GRANDES AUSENTES

En las sumas y restas que se hacen de las últimas pujas y repujas congresales, se suele decir con razón que el humalismo ha perdido la chaveta, disminuido cuantitativa y cualitativamente como está, frente a una oposición variopinta envalentonada por su engrosamiento numérico; aunque en honor a la verdad la mayoría de esos congresistas cojeen del mismo pie que los humalistas dado sus compromisos con el gran capital, particularmente el extractivo, las transnacionales y los tecnócratas que se han encaramado en el poder estatal.

Mi inquietud, sin embargo, va más allá de los linderos congresales. A diferencia de otras circunstancias históricas las calles y plazas, los caminos y los puentes han estado poblados por el silencio, ante la ausencia de las masas populares, del pueblo, que se supone son los grandes actores en crisis como las que vive actualmente el gobierno, cuyo desenlace, sea cual sea, afectará ineluctablemente sus interes inmediatos y futuros.

En otras palabras, los pueblos del Perú no están viviendo el momento político, atrapados como están en el día a día y en la ostensible inmadurez política. La razón de ello no la encontraremos en las mismas masas populares, porque la responsabilidad primera corresponde a las organizaciones políticas, sobre todo a las de izquierda, que en teoría deberían ser las avanzadas de esos pueblos, pero que en los hechos revelan un desencuentro fatal para las perspectivas de progreso de los movimientos populares.
II

Aquí hay que reconocer que la burguesía le está ganando a la izquierda la gran pelea por la influencia cultural y política en el pueblo. En principio, porque la propia izquierda en los últimos años se ha dejado influenciar por lo que se suelen llamar los dardos almibarados de la democracia burguesa, que ha llevado, por ejemplo, a la absolutización de la lucha electoral y al abandono de la pelea por las reivindicaciones concretas de los diferentes sectores sociales de Costa, Sierra y Selva.

La izquierda ha olvidado que es justamente al calor de esa pelea - los tiempos calientes- donde la educación, la organización y el señalamiento de que siempre hay una luz al final del túnel germinan con mayor rapidez.

III

Pero en los últimos años ha surgido otro factor, creado y financiado sistemáticamente por la burguesía para alejar al pueblo de las preocupaciones de fondo de los tiempos actuales: es lo que hoy se llama la estupidización masiva de nuestras sociedades. En una última entrevista a Marco Aurelio Denegri (Domingo, de La República, 24 de agosto de 2014, p.5) éste ha sido brutalmente descarnado al hablar de ese proceso: "es un arma que tiene el sistema para hacer que la gente no piense, no delibere ni se cuestione"

La radio, la televisión, la prensa, los avances tecnológicos, etcétera, son justamente las vías que se orientan hoy al fomento de la incultura, de la desinteligencia, de la estupidez. En este contexto, pensar, reflexionar, observar críticamente el medio social en el que nos desenvolvemos, formularnos preguntas y hasta el soñar -Octavio Paz escribió que el saber no es distinto del soñar, el soñar, del hacer- son quehaceres pasadistas, picapedreros. No es casual tampoco que sea la juventud, siempre rebelde y disconforme, el gran público de esos programas de estupidización.

Como conclusión de esta nota podemos afirmar que si los problemas arriba planteados no se resuelven, las crisis políticas del presente o del futuro, tendrán siempre un seguro ganador: las fracciones del gran capital, que a través de sus reprentaciones políticas se alinearán o realinearán de acuerdo a las circunstancias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario