viernes, 25 de julio de 2014

LA TRAICIÓN

El partido se le está desarmando a la pareja presidencial, así como se le ha quebrado la adhesión popular.

Porque si bien es cierto que son 6 los congresistas ollantistas que hoy han cruzado el Rubicón para armar tienda aparte, también es cierto que entre los que quedaron en la corte palaciega hay todavía bastante de insatisfacción y frustración.

Y no se trata únicamente del tema Solórzano - impuesta por la pareja para candidatear a la presidencia del congreso- lo que ha provocado la ruptura, en todo caso ese ha sido el detonante.

De por medio está la traición de la pareja a la propuesta inicial de cambio y renovación del ollantismo; lo dijo anoche uno de los disidentes que hablaba a nombre del colectivo rupturista. Traición, decimos nosotros, por la entrega desembozada al gran capital contra el que se insurgió no para cortarle el cuello, pero si para ponerle frenos a su salvaje voracidad. Hoy estamos en las mismas de siempre.

Pero hay algo más. Hablar del partido nacionalista es un exceso verbal. Como en los viejos tiempos de la oligarquía limeña, el nacionalismo ha derivado en un grupete de amigos y compadres donde la democracia es letra muerta, porque la última palabra la tiene siempre la pareja.

La aspiración de veintitantos congresistas nacionalistas a que sea la señora Marisol Espinoza la candidata a la presidencia del congreso era realmente justa y legal. No hubiera sido la primera vez que un vicepresidente de la república es al mismo tiempo presidente del congreso, los ejemplos sobran. Pero no siendo ello del agrado de la pareja, particularmente de la señora Nadine, apelaron a mil maniobras para traerse abajo la propuesta; como no lo consiguieron, sencillamente impusieron autoritariamente a la amiga íntima: la señora Solórzano, decisión que debería ser aceptada sin dudas ni murmuraciones, como en un cuartel, lo que provocaría la crisis que estamos comentando.

De esa forma el congreso cuenta ahora con un nuevo grupo parlamentario, que si mantiene la línea de conducta política esbozada en sus declaraciones de ruptura, bien podría oxigenar una institución asfixiada por los intereses mercantiles y logreros de la mayoría.

¿De qué dependerá de que esa fracción sea consecuente con sus postulados iniciales?

En primer lugar del desarrollo de la confrontación social, donde los disidentes tendrán la oportunidad de demostrar que la dignidad y la democracia en nombre de la que se han alzado debe también florecer en el seno de las masas populares que los eligieron no para defender al gran capital, sino para poner por delante los intereses de los desposeídos del país.

En segundo lugar, de las vanguardias parlamentarias que en el propio establo de la burguesía - en eso se ha convertido el congreso- se forran por frenar los desmanes económicos y políticos de quienes creen que el Perú es su chacra.

Alas y buen viento para los hoy rupturistas...

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