En 1961 estábamos en el tercer año de
secundaria, en el colegio Guadalupe, cuando se produjo la hazaña del astronauta ruso Yuri
Gagarín: orbitar la tierra, que fue antecedida, en 1957, por otra experiencia soviética:
el vuelo espacial de la perrita Laika.
Realmente nos conmovió. Vivíamos los tiempos de la guerra fría y el Perú
se había alineado abiertamente con los norteamericanos. Todo lo que
viniera del campo socialista era perversamente satanizado, tanto que no
podíamos viajar a los países que habían adoptado ese modo de vida; ni
hablar de aquellos partidos o personalidades que localmente sacaban la
cara por el socialismo, que desde 1917 le mostraba al mundo que el
capitalismo no era la única opción de desarrollo.
Y he aquí que los rusos, "los
malos de la película" le sacaban la vuelta a los norteamericanos, los
héroes de Occidente. Toda una hazaña, cómo no recordarla...Caballero
nomás, los gringos tuvieron que tragarse el sapo.
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