miércoles, 13 de noviembre de 2013

ES APENAS UNA BATALLA...


Los ciudadanos peruanos, hombres y mujeres, jóvenes y veteranos, que en los últimos días tensaron fuerzas para derrotar la intentona fujimontesinista de encaramarse en una subcomisión congresal de derechos humanos, deben sentirse satisfechos. Las fuerzas negras han sido derrotadas en la toda la línea, en las calles y en el propio congreso. La señora Chávez, como ella misma lo ha expresado, recibió ayer con una votación adversa, "el tiro de gracia" a sus pretensiones antidemocráticas.

Lo peor que podría ocurrir, sin embargo, es bajar los brazos. Es apenas una batalla la que se ha ganado, faltan todavía muchas más en la gran guerra por afianzar la democracia y los derechos humanos en todas sus expresiones, sin cuyo florecimiento como desde hace un buen tiempo lo sostiene Amartya Sen, no puede hablarse de desarrollo.

Esta batalla ha sido tremendamente aleccionadora, no solamente por la capacidad de respuesta del pueblo, sino además porque todos los actores políticos han mostrado su real catadura. La ultraderecha ha sacado al sol, una vez más sus vísceras hediondas,a través primero del fujimontesinismo, pero también vía el Apra, cuyos principáles dirigentes, comenzando por el ex presidente García se comieron el pleito; demostrando al mundo los alcances de una alianza muchas veces negada pero que irremediablemente se hace ostensible en trances como los comentados, donde el "toma y daca" debe funcionar sí o sí.

El papelón del señor Benítez, de Solidaridad Nacional, tampoco es casual. Es cierto que se la jugó el todo por el todo en la última etapa, pero sin ese "toma y daca" no se explica que en un principio le sirvió la mesa a la señora Chávez en sus aspiraciones de ser la coordinadora de la subcomisión de derechos humanos de la Comisión de Justicia del Congreso.

Esas ambigüedades, como las que revelaron los representantes del PPC, incluyendo a la doctora Lourdes Flores, son letales a la hora de salvaguardar la democracia. Debe quedar en claro que el no pero también sí, el voto en blanco, las abstenciones, o las oportunas ausencias a la hora de tomar decisiones - me refiero a los ollantistas- terminaron favoreciendo al fujimontesinismo, que tomó vigor para seguir adelante. Subestimó como siempre la capacidad de respuesta del pueblo.

Esta respuesta, creativa y múltiple, permitió además alentar la construcción de la memoria del pueblo. Los crímenes del fujimontesinismo no pueden quedar en el olvido, deben estar siempre al alcance de nuestros recuerdos porque constituyen la única garantía de que tan infaustos sucesos no volverán a repetirse en el Perú. En este sentido podemos afirmar que el fujimontesinismo fue por lana, pero salió trasquilado: terminó aplastado por el pasado que cobró vida en la presencia multitudinaria del pueblo en las calles.

Pero, insisto: no lo olvidemos, es apenas una batalla...

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