viernes, 26 de julio de 2013

NO PERDER EL CARRO DE LA HISTORIA



No se necesita recurrir al ayahuasca para visualizar que los malos tiempos para los gobernantes de turno no han concluido. No lo digo únicamente por la persistencia juvenil en mantener el alto su rebeldía democrática, lo afirmo porque en las últimas decisiones adoptadas: ministras en lugar de ministros, o una nueva repartija congresal para asegurar el manejo inescrupuloso de esta instancia revelan la clásica tozudez de los mandones de siempre, civiles o militares, en mantener incólumes las bases de la crónica desigualdad económica y social, al mismo tiempo que se vuelven sordos, ciegos y mudos ante los reclamos de los desposeídos de la ciudad y el campo.

Con el respeto que siempre me han merecido las mujeres, debo sin embargo decir que no estamos frente a un tema de género. Lo dijo hace mucho tiempo la viuda de Saramago: qué se gana con más mujeres en los cargos gubernamentales, si ellas piensan y actúan como los hombres; en otros términos, si ellas, como siempre bonitas y candorosas, le ajustan el cuello a los pobres, tan o mejor que los varones. ¿Acaso la señora ministra de Salud le hace caso a sus colegas médicos que hoy batallan por el respeto a sus reclamos salariales y de mejores condiciones de trabajo?

Tampoco es un asunto de más grados y títulos o si se quiere de mayores méritos académicos y profesionales, como lo ha expresado el presidente Humala. No soslayemos lo siguiente: con todos sus honores académicos la mayoría de ministros fujimontenisistas fueron a parar con sus huesos al banquillo de los acusados o a la cárcel, por ladrones o cómplices de los latrocinios que se cometieron en los años de la dictadura. ¿Y en los dos años que está cumpliendo el ollantismo en el poder acaso no sus ministros más laureados académicamente, los que se muestran impertérritos ante los reclamos de los pueblos?

Que estamos ante más de lo mismo lo demuestra la flamante ministra de Cultura, en principio porque profesionalmente no da la talla para una cartera tan compleja y singular. Sus primeras declaraciones son muy elocuentes: ha dicho que va a poner en valor todos los monumentos arqueológicos existentes en el país. Vale, pero sucede que en su ámbito ese tema, tan importante, no es empero prioritario. Lo urgente es definir el presente y el futuro de la consulta previa a los pueblos indígenas, de sierra y selva, maltratados y desplazados por el capital extractivista que se mueve como pez en el agua en las explotaciones de petróleo, gas, oro, madera...

En el Perú se da la siguiente paradoja: como Estado existe la obligación de aplicar el Convenio 169 de la OIT, referida a la consulta previa, en cuyo marco se ha sancionado una ley, un reglamento y un manual de orientación para el buen cumplimiento de dicha normatividad; sucede sin embargo que hasta el momento todo lo que existe son promesas o una grosera evasión de esa responsabilidad.

Pruebas al canto. Acaba de renunciar el viceministro de interculturalidad, el mismo que ha hecho 83 observaciones al proyecto de desarrollo y exploración en el lote 88 de Pluspetrol, cuya ampliación afectará irremediablemente la vida y salud de los pueblos indígenas de la Reserva Territorial Kugapakori Nahua Nanti. Como nadie le hace caso, el funcionario ha decidido irse a su casa

Así como este caso, hay muchos más, todos ellos incluso con conocimiento y reclamos de la Defensoría del Pueblo para su atención inmediata, sin que exista en el gobierno la menor intención de darle salida a esos problemas.

Y la señora ministra quiere impresionarnos con la puesta en valor de los monumentos arqueológicos...

Por eso sostengo que las tormentas sociales van a continuar y que la mejor manera de no perder el carro de la historia es sumarse a la protesta ciudadana liderada, una vez más, por los jóvenes que han tomado distancia de la podredumbre política y moral de nuestros círculos gubernamentales

No hay comentarios:

Publicar un comentario