viernes, 2 de agosto de 2013

EL MENSAJE DEL PRESIDENTE OLLANTA

Mientras nuestros opinólogos criollos se devanan los sesos tratando de encontrar lo que quiso o no quiso decir el presidente Humala en su mensaje de Fiestas Patrias, Juan Acevedo, con esos trazos magistrales que lo caracterizan ya dibujó el futuro negro que le espera al pueblo peruano: palo y bala, bala y palo, o si no bombas lagrimógenas a diestra y siniestra o chorros y chorros de agua como las que ayer bañaron a las enfermeras que reclaman salarios decorosos.

Es que el mensaje real del otrora bullidor muchachón de polo rojo, no hay que encontrarlo en el mensaje leído en el Congreso de la República. El mensaje lo dio en las calles con anterioridad a su presentación en el recinto congresal, y sus portadores fueron los policías que agarraron a palazos y bombazos a los ciudadanos jóvenes y no jóvenes que se lanzaron a las calles a repudiar la repartija de los mal llamados partidos políticos.

Al carajo los médicos en huelga, o las enfermeras o los tecnólogos...
 
Al carajo también los trabajadores estatales a quienes, con el pretexto de la meritocracia, los quieren poner de patitas en la calle...
 
Al carajo los pueblos indígenas y sus reclamos de una justa aplicación de la consulta previa, a pesar de lo que diga la OIT o los organismos internacionales de derechos humanos que ya han legislado sobre el particular...
 
Al carajo los estudiantes que reclaman una nueva Ley Universitaria al margen de las costras mafiosas que se han formado en las universidades...

Los mensajeros represivos también fueron los soldados, que el 28 de julio, al lado de miles de policías acuartelaron Lima cuadrada para que ni el olor de los manifestantes llegasen a los lugares por donde iba a transitar el presidente y su séquito de ganapanes.

¿Por qué el otrora muchachón del polo rojo optará por la represión? es que se acabaron los tiempos buenos. A los pueblos del sur, por ejemplo, se les ha recortado drasticamente sus ingresos provenientes del canon minero y desde abajo, en Arequipa, Cusco y Puno principalmente, las aguas comienzan a moverse no precisamente para reventarle cuetes al gobierno que se ha entregado en cuerpo y alma a los poderes fácticos.

Las esperanzas de cambio no pasan entonces por palacio de gobierno ni por los cuchipanderos ambientes de la avenida abancay - sin desmerecer el comportamiento democrático de la minoría parlamentaria opuestas a la política de la mermelada-; pasa insoslayablemente por el desarrollo de las fuerzas sociales que en las últimas semanas tomaron las calles de Lima y provincias para mostrar su indignación ante la estulticia de los gobernantes de turno, hijos putativos de una Carta Magna que debe ser reemplazada.

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