lunes, 22 de julio de 2013

HACIA UNA ASAMBLEA CONSTITUYENTE

Las vanguardias juveniles, convertidas de facto en la reserva moral del país, volverán esta tarde a las calles. Lo harán en Lima, Trujillo, Arequipa y otras ciudades más. El propósito sigue siendo el mismo: rechazar las repartijas partidarias y exigir que en la selección de candidatos al TC y a la Defensoría prime la calidad académica y profesional, la probidad moral y la vocación comprobada de servicio al país y a sus pueblos. En la protesta está implícito el repudio a la partidocracia tradicional, a sus mafiosas formas de hacer política y al propio gobierno nacionalista que insurgió levantando banderas de renovación y cambio, pero que apapachado por la derecha ha terminado siendo más de lo mismo.

Se necesita con urgencia forjar una nueva alternativa política. Los jóvenes que hoy pueblan calles y plazas de seguro que no son conscientes de que en su movimiento se está jugando esa esperanza, ello supone sin embargo entender que la protesta juvenil podría ser engullida ideológica y políticamente por cualquiera de esas agrupaciones que después de haber acuchillado a la democracia pretenden como pilatos, lavarse las manos, comenzando por el mismo partido de gobierno y terminando con la vetusta organización del panzón maléfico.

¿Cómo demarcar la cancha? La respuesta está en el norte político que se le de al movimiento juvenil. Si se quedan en las escaramuzas del inmediatismo nada esencial habrá ocurrido. Pero si se parte del criterio de que ante la crisis de la democracia - ese es el transfondo de la repartija - hay que darle una salida de largo aliento, como la de exigir la convocatoria de una Asamblea Constituyente que de vida a un nuevo congreso que supere las taras orgánicas y funcionales del actual, que responden a la Constitución neoliberal de 1993, las multitudes juveniles habrán comenzado raudamente - como sucede en los tiempos calientes- a madurar políticamente.

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