Triunfó la ciudadanía. Los otorongos se vieron
obligados a retroceder en sus pretensiones de aumentarse el sueldo
(bono de representación le llamaron). La indignación, primero verbal,
luego escrita, principalmente en las redes sociales, y que comenzó
después a tomar cuerpo en las calles, como sucedió en Arequipa, asustó a
los caraduras que salvo honrosas excepciones piensan que han llegado al
congreso para llenarse de plata.
Se ha
ganado una batalla, honor al mérito de la ciudadanía, de los medios que
se compraron el pleito, y en especial de los internautas que han
convertido las redes sociales en sus trincheras de combate por impulsar
una nueva manera de hacer política.
Se ha ganado una batalla, pero el
camino todavía es largo...
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