Los congresistas peruanos se han salido con la suya.
Dándole la espalda a las críticas de la ciudadanía, han ratificado su
decisión de aumentarse el sueldo. Los hechos indican que al pueblo le
falta la fuerza de las calles, la democracia a la plebeya, presente en
la indignación de los pueblos europeos o árabes. La oposición en el
congreso tiene un limitado campo de acción: el de la simple denuncia, lo
mismo ocurre con los diarios que
revelaron la desvergüenza congresal; se nota la ausencia de las masas en
las calles, de los pueblos indignados recorriendo plazas y avenidas,
insurgiendo democráticamente en costa, sierra y selva contra la
estulticia de quienes creen que la política es sinónimo de
enriquecimiento, corrupción, ventajismo...
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