lunes, 25 de octubre de 2010


LA DEMOCRACIA
DE LA CALLE


En Francia, luego de las históricas jornadas nacionales de lucha, que movilizaron desde inicios de setiembre a millones de hombres y mujeres, las aguas están volviendo a su nivel, aunque la pelea contra las reformas laborales impulsadas por el presidente Sarkozy no haya concluido, ante el anuncio de que el próximo 4 de noviembre los manifestantes volverán a las calles y plazas. La derecha francesa, que ha logrado aprobar en la Asamblea Nacional la jubilación a los 62 años, piensa que ha ganado esta batalla, aunque sus representantes más juiciosos consideran que el precio sería muy alto, de cara a las elecciones de 2012, visto el encrespamiento social de setiembre y octubre y sus proyecciones a futuro.

Esto último es lo que queremos destacar: la importancia política de esas grandes jornadas de masas, donde hombres y mujeres de todas las profesiones, oficios y niveles académicos se lanzaron a las calles para enfrentar el proyecto derechista de postergar la jubilación de los 60 a los 62 años, ensanchando además el tiempo de la aportación individual para dicha jubilación. Todas las organizaciones políticas, gremiales y colectividades estudiantiles, culturales, femeninas, etcétera, opuestas a esa reforma, no vacilaron en asumir la defensa de un derecho que en el papel afecta solamente a los trabajadores que están a las puertas de la jubilación, pero que las masas en su conjunto entendieron y entienden como un recorte antidemocrático que tiene que ser enfrentado totalizadoramente y con los métodos de lucha que el pueblo francés históricamente ha etiquetado: el de la democracia directa, a la plebeya, combinando paros y huelgas con espectaculares movilizaciones en calles y plazas.

En el Perú, hablar de masas populares en acción, de pueblos en calles y plazas en defensa de sus derechos democráticos es pecado. Una simple convocatoria a un plantón pacífico para defender el voto popular a favor de Susana Villarán en las últimas elecciones municipales de Lima, mereció el rechazo de toda la derecha, incluyendo a la voz cantante de las Iglesia católica peruana, el Cardenal Cipriani. Plantón o plantones, que dicho sea de paso obedecieron a decisiones de último momento dada la medrosidad de ciertos sectores políticos que prefirieron pelear el voto administrativa y técnicamente a pesar de la existencia de una trama de sospechosa lentitud en el conteo; sin tener en cuenta que ambas opciones - la defensa en la calle del voto popular y el uso de los mecanismos netamente electorales- no se oponían entre sí.

En ese sentido algunas memorias suelen ser frágiles, porque se olvida con facilidad victoriosas jornadas de masas en la pelea contra la caverna que controla los mecanismos del poder en el Perú. Nadie pone ahora en cuestión que el fujimontesinismo fue quebrado en la calle, con las multitudes en acción defendiendo la democracia; similares jornadas democráticas se han vivido a lo largo de esta década de las cuales deben sacarse las lecciones políticas que correspondan. La derecha en el poder maniobra hoy para sacarse de encima a toda opción que se contraponga a sus intereses, lo acaba de demostrar en las elecciones regionales y municipales, especialmente en Lima. Algunos analistas incluso afirman que lo ocurrido con la la señora Villarán no es sino un ensayo de lo que podrían hacer en las elecciones generales. Frente a esa posibilidad ¿ se volverá a priorizar el trabajo técnico electoral?



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