Fiel a su estilo rocambolesco, el Presidente García cerró sus últimos ataques de moralina con un nuevo anuncio: está pidiendo al Congreso, a nombre del Ejecutivo, que se adelante en Lima la aplicación del nuevo código procesal penal con el supuesto fin de cerrarle el paso a los funcionarios corruptos de su régimen, que amenazan arrastrar en su desembalse a los Secretarios Generales del partido aprista. Contra lo que suponía, la reacción no ha sido favorable, los críticos, políticos o no, no se han dejado empelotar ni con la altisonancia de las frases que tan bien consigna Heduardo - ¡gracias trome!- en la caricatura que ilustra esta nota, mucho menos con el rimbombante pedido al Parlamento.
Creo que si el Presidente García quisiera realmente combatir la corrupción y dejar huella en este terreno, lo primero que tendría que hacer es esclarecer - en el nivel que corresponda- los cargos que "por la presunta comisión de los delitos de enriquecimiento ilícito, y contra la fe pública, durante el ejercicio de las elevadas funciones públicas" le formuló en 1991 la Comisión parlamentaria que investigó su gestión durante su primer gobierno (1985-1990), que no llegaron a ventilarse judicialmente por haberse acogido el mandatario a la figura jurídica de la prescripción.
El semanario Hildebrant en sus trece, acaba de recordarnos que la mencionada comisión parlamentaria estuvo conformada por los diputados Rafael Rey, Ántero Flores Aráoz, Ernesto Gamarra Olivares, Marcos Herrera Pacheco y Ricardo Letts Colmenares. Por lo que vemos y leemos ni Rey ni Flores Áraoz parecen acordarse ya del tema, de otra manera, suponemos, no habrían aceptado ser ministros del actual gobierno.
Esa desmemoria no solo la sufren ambos personajes, también es una dolencia que afecta a la derecha peruana, que hasta antes de la segunda vuelta del último proceso electoral demostró lucidez para enrostrarle al entonces candidato García los supuestos delitos cometidos durante su primero gobierno. Pero cuando hubo que decidir entre García y el Comandante Humala, esa derecha fue presa súbitamente del mal de Alzheimer y sus amnesias: olvidaron totalmente las acusaciones, poniéndose a la orden del alumno de Haya de la Torre. Para uno y otros la alianza fue como sacarse la lotería.

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