miércoles, 4 de noviembre de 2009

NO LAS
QUIEREN


Elsa Malpartida
Lo señaló un periódico local en letras de molde: cargamontón mediático contra Elsa Malpartida, parlamentaria andina por el Partido Nacionalista. Su desconocida vinculación, en el pasado, con Sendero Luminoso en la Selva peruana la ha puesto en la mira política de aquellos sectores que tratan hoy, políticamente, de matar dos pájaros de un tiro: de un lado, tender cortinas de humo para cubrir los sapos y culebras que van saliendo de las investigaciones judiciales sobre los petroaudios, por señalar un caso; y de otro lado ir demoliendo la legitimidad electoral de partidos como el del Comandante Humala - ya empezó también la campaña sucia contra el padre Arana- a fin de llegar sin mayores sobresaltos a las próximas contiendas electorales.

Debe anotarse además, que ese cargamontón político tiene visibles connotaciones racistas y étnicas, al igual como los ataques que en su momento se dieron contra las congresistas Nancy Obregón, por sus relaciones con los agricultores cocaleros, de los cuales es dirigente; como los que sufrió la señora Hilaria Supa, quechuahablante, por su desconocimiento del idioma español. Las tres no son el prototipo de lideresas que el sistema suele encumbrar en nuestros días: blancas o rubias, mejor dicho mechitas o lucianitas, con estudios secundarios y superiores en centros educativos A 1, del Perú y extranjero, experiencia profesional en empresas transnacionales, hábiles en el manejo de idiomas foráneos, liberales económicamente, pero espiritualmente conservadoras, respetuosas del orden social y cultural establecidos y de sus formalidades, y por supuesto que derrochadoras de mucho glamour.
Desde ese ángulo, la burguesía peruana y la pequeña burguesía arribista y excluyente, como sus representaciones políticas, no pueden asimilar, hasta ahora, que mujeres como las señaladas, en otros tiempos destinadas a servir en las cocinas de sus residencias, puedan hoy disputarles la preferencias del electorado nacional, peor todavía, desplazarlas de los escaños de los que hasta hace poco se consideraban propietarios vitalicios. En términos directos, esos sectores se sienten humillados por mujeres que están en las antípodas del prototipo de lideresas que el sistema - léase el orden capitalista transnacionalizado- requiere para seguir aplicando, sin contratiempos, su modelo neoliberal.
Como varias veces lo he señalado, este escriba no tiene ninguna relación con el partido del Comandante Humala, pero no puede dejar de reconocer que en la variopinta representación que llevó al Parlamento - que se ha ido desgranando por la falta de identificación doctrinal y programática- dicha organización acertó en la nominación de las parlamentarias citadas lineas arriba; en tanto que ellas son el producto de un fenómeno todavía no adecuadamente calibrado: la insurgencia política de amplios sectores femeninos, particularmente de tierra adentro, otrora postergados por el sistema y el machismo imperantes.
Ese hecho obedece a un proceso de emergencia social cuyos primeros antecedentes los vamos a encontrar en los años 70 y 80 del siglo pasado. En ese sentido, los paros y huelgas del SUTEP abrieron las compuertas del protagonismo magisterial femenino, que posteriormente, desde otra perspectiva, fue canalizado por Sendero Luminoso, cuyos principales cuadros femeninos de diferente nivel, procedían en buena parte de la docencia. Más adelante, en el desarrollo de la lucha contra la dictadura fujimorista y el neoliberalismo, desde ámbitos como los valles cocaleros, las etnias amazónicas y las áreas altoandinas, por señalar algunos escenarios, han ido surgiendo combativas mujeres cuyo liderazgo lo alcanzaron en épicas jornadas en las que asumieron roles de vanguardia, comprometidas como estaban con las reivindicaciones de las pueblos a los que defendieron y defienden en la actualidad.
Esas mujeres rebeldes, como las parlamentarias Malpartida, Obregón y Supa, salvo giros espectaculares, nunca calzarán con las formalidades del Congreso ni del sistema. Por eso las rechazan, no las quieren, y como ya lo demostraron sus antagonistas en más de una oportunidad, están dispuestos hasta dejarlas sin escaño. En el raciocinio de estos señorones el mal ejemplo no debe extenderse: hay que enlodarlas y expulsarlas. Hoy es el turno de Elsa Malpartida, hay que darle con todo, es la voz de orden de la burguesía y sus asalariados.

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