LES IMPORTA
UN CARAJO
La República
El Poder Ejecutivo ha anunciado que no recurrirá a la Corte Internacional de Derechos Humanos para dilucidar la resolución del Tribunal Constitucional(TC) que prohibe la distribución gratuita, en los centros estatales de salud, de la llamada píldora del día siguiente. Ha precisado, sin embargo el Primer Ministro Velásquez Quesquén, que de haberse acudido a esa Corte, el Estado peruano lo hubiera hecho "no para cuestionar el fallo del Tribunal" sino para que la Corte aclare si la cuestionada píldora es abortiva o no" (¡¡!!), cuando la Organización Mundial de la Salud - la llamada a opinar sobre estas dudas- hace años que ya expresó, en todos los idiomas, que ese medicamento no es otra cosa que un anticonceptivo oral de emergencia.
Por donde quiera mirarse esa decisión del Ejecutivo, lo cierto es que con ella nuestros gobernantes revelan cuán poco los interesa los derechos reproductivos de las mujeres peruanas. En términos más directos les importa un carajo el derecho de las mujeres pobres a regular su maternidad acudiendo a ese anticonceptivo que los distribuía gratuitamente el Ministerio de Salud, para de este modo hacer frente a imponderables que pueden presentarse en la realización del acto sexual.
Esos derechos de la mujer son los que están en cuestión, aunque las propias mujeres no se den cuenta de ello. Es decir, en el presente siglo, en el marco de los avances de la ciencia y la tecnología, las mujeres, en el ejercicio de su derecho a la vida deben acceder a una adecuada atención a su salud sexual y reproductiva; y al mismo tiempo hacer uso de lo que puede denominarse autoregulación de su vida sexual y reproductiva.
En otras palabras, el Estado peruano, de acuerdo a las convenciones internacionales, debe garantizar a las mujeres peruanas una adecuada orientación y atención a todo lo que atañe su salud sexual y sus capacidades reproductivas. Las políticas adecuadas de planificación familiar vigentes, que incluyen la educación sexual, se orienta justamente a que las mujeres asuman conscientemente la maternidad. Los sectores más conservadores y reaccionarios de la sociedad peruana, incluyendo a los de la Iglesia Católica, le han puesto la puntería a esas políticas.
Como lo ha denunciado el Ministro de Salud: el cuestionamiento de la píldora del día siguiente y la prohibición de su distribución gratuita, forma parte de una estrategia mayor que busca desmontar todo lo conquistado por las mujeres peruanas en uso de su derecho de atención a su salud sexual y reproductiva.
Pero además, las mujeres de este siglo tienen derecho a autodeterminar sus capacidades sexuales y reproductivas. Ni el Estado, ni ninguna confesión religiosa, tiene autoridad para inmiscuirse en lo que deben ser decisiones propias, autónomas, de las mujeres. Desde esta mira, el placer sexual no tiene porque ser anulado o recortado porque a los señores Cipriani y Rey - que nunca lo han gozado- se les antoje en aplicación de verdades medievales; como tampoco el Estado ni confesión religiosa alguna pueden pretender manipular el derecho que tienen las mujeres de procrear o no.
Rocío Silva Santisteban, escritora peruana reveló hace algunos domingos que estando en Viena, - hace 20 años- sospechó estar embarazada. En un Centro médico de esa ciudad confirmaron sus sospechas, pero, aquí viene lo interesante: le dijeron, sin aprensiones de ninguna naturaleza, que ante esa situación tenía 2 alternativas: una, regresar al día siguiente para cortar el embarazo, y dos, volver al cabo de 30 días, para empezar los seguimientos médicos del caso. Rocío conscientemente, optó por lo segundo, haciendo uso de lo que se denomina su libre albedrío.
Estos derechos, que como vemos, están vigentes en otras latitudes, son los que la mujer peruana tiene que conquistar, en eso consiste su derecho integral a la vida.
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