UN MUNDO
DE LOCOS
Creaciones del Maestro de las calaveras
Hay un dicho español que señala que cada pueblo suele tener sus perros y sus putas. Yo agregaría que también tienen sus locos, cuyos desvaríos - nada peligrosos por cierto- los convierten en personajes emblemáticos de sus contradictorias realidades sociales. Miguel Lévano, guadalupano y vecino de Monserrate-ha vivido en la calle Espíritu Santo-recuerda que por el viejo barrio solía pasear don Pedro Cordero y Velarde, "Apu Inca, Jefe Supremo de las Fuerzas Peruanas del aire, mar, tierra y profundidades", como se reclamaba públicamente en sus delirios habituales, a los que arribó, lamentablemente, luego de una promisoria carrera musical, como autor y director.
Pero también lo evocan memoriosas gentes de los Barrios Altos, Rímac y el Callao, que en los años 50 del siglo XX lo vieron con sus ropas de gala, chistera incluida, y la banda presidencial, arengando a la gente, o entregando a la mano su periódico: El León del Pueblo, del que era director, redactor, editor y distribuidor. Eran los tiempos en que Lima era del tamaño de un pañuelo, y aunque los perros ya no podían "amarrarse con salchicha", - como decían los veteranos- todavía se jugaba al trompo y a las escondidas, como expresión de un ocio infantil ingenuamente feliz.
Algunos calendarios más adelante, en el norte del país, en medio del furor de la explotación de la harina de pescado, el puerto de Chimbote tuvo también su orate de leyenda. José María Arguedas lo inmortalizó como el "loco Moncada", personaje de "El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo", que recorría calles y arenales con su cruz al hombro, arengando a los pobladores con peroratas cercanas a éstas: "Aquí en el Perú, que decimos, después de San Martín, don José, no han habido sino forasteros, extranjeros que han mandado. Nosotros no somos sino sirvientes de extranjeros. ¡Qué se vayan los extranjeros!", originando con ellas más de una urticaria entre los dueños del mar de entonces.
La promisoria Chincha, en el sur chico, tuvo también su loco de polendas. Fue el loco Brenan que se desquició bajo los golpes de los boxeadores con los que trató de emular a su paisano Bom Bom Coronado. En una crónica chinchana, el Cumpa Donayre señaló que Brenan, "sin conocer siquiera Lima o las ciudades vecinas de Ica o Cañete, se ungió campeón del mundo de todas las categorías". La chifladura lo llevaba a boxear con su propia sombra por calles y plazas, y a lucir en sus raídas camisetas medallas de santos y chapitas de gaseosas como los supuestos galardones obtenidos en sus combates imaginarios.
En los tres casos señalados la notoriedad se alcanzó en pleno extravío de la razón. Pero hay otros que alcanzan fama cuando ya no pueden transitar por esta villa del señor. Es el caso de un psicótico cuyo nombre se ignora, pero que ha dejado en el Hospital Larco Herrera de Lima la mejor demostración de que aún en la insanía se puede ser creativo. Los historiadores del arte lo han bautizado como el Maestro de las calaveras, por ser éstas el motivo central de sus pinturas que hoy adornan la Pinacoteca de ese Nosocomio.
Para las autoridades del hospital, ese pintor anónimo no creía en nadie, negaba todo lo que existía a su alrededor, por ello es que a todos los veía como calaveras, tal y como se observa en las repruducciones que ilustran esta nota.
Como suele decirse: cada loco con su tema.
Alberto Mosquera:
Te saludo y debo manifestarte mi complacencia de compartir las vivencias de antaño, con nuestro común y apreciado Lucho Solis, hermano de mi promo. Yo tambien he morado en el sector de Monserrate, vivía en la 5ta. cuadra del jr. Callao, te añado una referencia, en la esquina de Callao con el jr. Chancay, por la década del cincuenta todavía tenia un local para venta de instrumentos musicales, el famoso "Velarde" el Presidente del Perú, de aire, mar, tierra y profundidades . Solía pasear con un terno oscuro, y su sombrero de copa, lucía un bigote bien recortado y cuidado, pude observarlo en varias oportunidades cruzar por las calles del barrio, con aires de ser muy conocido y popular.
Miguel A. Levano Vásquez
G-62
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