No hay que desconcentrarse, con toda la
importancia que pueda tener la elección del nuevo Papa, por ser
latinoamericano, jesuita, y también por los anticuchos de su pasado, sin
embargo no hay que dejar de fijar la atención en los últimos días de la
gran batalla por Lima.
Si vemos lo que los promotores del Sí han hecho
en los últimos días - por ejemplo invertir una friolera de plata en un
aviso en facebook desinformando
descaradamente a los electores- concluiremos que están dispuestos a
vender hasta su alma al diablo con tal de revocar a la señora Villarán.
La desesperación los ha ganado y están dispuestos a hacer cualquier cosa
con tal de cerrarle el paso al No.
En este sentido, para ellos cobra
una importancia excepcional controlar las mesas de votación. Si no ganan
por las buenas, pues ganarán por las malas. Las huestes del Apra, las
podridas -para diferenciarlas de las sanas que todavía existen- son
duchos en esta materia; y además, no faltarán los sicarios que por unos
cuantos soles se presten a matar la voluntad de los limeños.
El gran
esfuerzo de estos días, cuando todo lo que se puede decir ya está dicho,
es lograr que los seguidores del No copen hasta la última mesa de la
gran Lima para defender ahí, cara a cara, el voto de quienes queremos
que Lima no caiga en manos de los delincuentes y traferos de cuello y
corbata...
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