domingo, 14 de noviembre de 2021

SE IMPONE UNA AUTOCRITICA

Era de esperarse. El balance de su gestión gubernamental, realizado ayer en Ayacucho, le ha permitido al presidente Castillo realzar los logros o avances importantes de su gestión, que los medios controlados por la derecha golpista no suelen poner en primer plano o desvirtúan tendenciosamente.
Es indudable que en 100 días, el gobierno del maestro chotano, heredando crisis múltiples, no podía hacer milagros. No obstante, se tiene que reconocer que en medio de la inestabilidad política que lo rodea, el gobierno se ha parado bien frente a la emergencia sanitaria, como ha sabido meterle diente a temas espinosos como el de la renegociación del gas de Camisea, las masificaciٕón del uso de dicho recurso, poner en agenda la reforma tributaria, o atender exigencias de los trabajadores del campo compendiados en lo que ha dado en llamarse segunda reforma agraria, por citar algunos temas.
 
Pero también es innegable que hay vacíos, limitaciones, o incongruencias en la gestión del profesor Castillo. La improvisación es la matriz de todo ello, así como es notoria la falta de cuadros idóneos para ponerse al mando de las diferentes instancias gubernamentales, comenzando por los ministros, algunos de ellos bastante impresentables.
 
Sin embargo, a mi juicio, hay otros temas, de fondo, que el presidente, por razones obvias no ha abordado en Ayacucho, pero que haría bien en examinarlos en algún espacio, interno por lo menos.
Me refiero a la falta de autocrٌítica gubernamental. Hasta el momento, lo hizo ayer en Ayacucho, el presidente Castillo ha criticado con dureza a sus adversarios. Le asiste la razón. Pero del mismo modo, con igual crudeza, debería ensayar una autocrítica a fondo para comenzar a resolver las debilidades y limitaciones de su manejo gubernamental, los errores que inevitablemente se cometen.
 
Es indudable, por ejemplo, que el profesor Castillo y Perú Libre, han sobreestimado su victoria electoral. Para ellos el éxito en los comicios los ha colocado prácticamente en la antesala de una revolución popular. Obvian, a todas luces, que el maestro y rondero apenas está rozando el poder, porque la burguesía todopoderosa, pese a su revés electoral, sigue al mando del país. Sus operadores no están en el palacio de gobierno, pero todos los instrumentos del poder económico, político, ideológico, militar, siguen en sus manos. 
 
A ello responde la obstrucción de la derecha al manejo gubernamental, tal y como lo hicieron cuando PPK, Vizcarra y Sagasti ocupaban palacio, aunque en el caso del maestro chotano se efectúe con más odio y agresividad
 
Asimismo, la conspiración golpista en marcha contra el presidente Castillo es una demostración de ese poder. Lo hacen a todo viento. Y no pasa nada. Desde antes del 28 de julio pasado ya se tocaban las puertas de los cuarteles, y en la actualidad -véase un aviso a toda página publicado ayer en el diario El Comercio – se llama a tomar las calles exigiendo la vacancia presidencial, ¡ahora!, sin que a los sediciosos les pase nada, porque desde el propio congreso se palanquea ese golpe.
 
En ese contexto adverso, el gobierno se va de bruces y pierde espacios y tiempo defendiendo ministros o autoridades que por sus antecedentes siempre van a ser el blanco de las iras y las furias de la burguesía y sus partidos, pero también de las protestas ciudadanas que exigen decencia en el gobierno.
Con todo el poder mediático en sus manos, los grupos de poder no solo hacen leña de esos personajes, lo más grave es que han desprestigiado al gobierno en el seno de los propios pueblos que lo apoyaban. Las últimas encuestas dan cuenta del bajón del presidente Castillo en los sectores sociales que lo llevaron a la presidencia de la república.
 
Es decir, en lugar de afianzarse en el seno de las masas populares a través de la educación y organización política, el gobierno, el presidente Castillo y Perú Libre, han perdido fuerza. Es el costo que están pagando por haber obviado lo que los maestros de política han recomendado siempre: “comprender el momento político”, “tomar en cuenta la correlación de fuerzas”.
 
Toda la verborrea de los principales dirigentes de Perú Libre han alimentado una política de choque, de provocación, como tuviesen la sartén por el mango. Para ellos, el dar rodeos, el retroceder, para alcanzar determinadas metas, es pecaminoso. 
 
El propio Castillo, por momentos, va en esa misma dirección, descolocando
a sus propios ministros, como ocurrió cuando desbarró en un discurso en el tema del gas de Camisea, justo cuando su premier estaba peleando por el voto de confianza a su gabinete. Una votación adversa hubiera puesto en aprietos la gestión. Esto era lo que buscaba la derecha cerril.
Desde esa línea de reflexión, hay que entender que los históricos resultados electorales que han colocado a un maestro de izquierda en el gobierno hay que entenderlo como un inicio, un comenzar a tomar el toro por las astas. 
 
La aspiración a cambiar el país no está en discusión, pero los pasos tácticos que hay que dar en esa dirección, en medio de una confrontación política tan áspera como la que se vive, tienen que ser adecuadamente calculados, con una visión de corto y largo plazo, cimentada en una sólida conducta política y ética.
 
En este terreno, la correlación de fuerzas es la que manda, es el meollo de toda conducta política que se oriente a hacer de los pueblos los protagonistas conscientes de su historia.
 
 
Puente Piedra, 11 de noviembre de 2021

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