sábado, 13 de marzo de 2021

TERRORISTAS Y GOLPISTAS


 
Las vísceras siempre negras y pestilentes de la ultraderecha peruana, han quedado expuestas al sol en los últimos días. Con tal de hacerse del poder es capaz de apelar al terror y de llamar al golpe, sin que ninguna de las instituciones del Estado se de por aludida. 
 
Y decimos terror y hablamos de terrorismo porque el escándalo que armaron con la supuesta ineficacia de la vacuna china, en plena aplicación, justamente merecen esos calificativos. Generaron zozobra y pánico, desconfianza e indecisión, entre los vacunados y entre los miles de adultos mayores esperanzados en la vacuna como el ùnico salvavidas ante los avances letales del coronavirus.
 
En pocas horas el complot quedó desbaratado. Hablaron los hombres de ciencia y los responsables de la vacuna china en el Perú, pero el daño ya estaba hecho. 
 
Sin embargo, debe quedar en claro que esta ha sido una intentona más del negacionismo golpista por frustrar los planes de vacunación contra la Covid19. Desde antes de la llegada de la vacuna al Perú fueron generando desconfianza en ella. Cuando por razones conocidas los antídotos no llegaban, apuntaron sus lanzas contra el gobierno de Sagasti, y multiplicaron sus acusaciones contra la administración Vizcarra; movidas todas que alcanzaron dimensiones estratosféricas cuando se descubrió la vacunación oculta del moqueguano y de altos funcionarios del gobierno. Fue evidente que su negacionismo se orientaba ahora a desestabilizar al gobierno.
 
Esa necesidad de traerse abajo a la administración Sagasti, exigida abierta e impunemente por el candidato ultraderechista López Aliaga, secundado por otros sectores de la derecha, incluyendo a las bandas mafiosas del congreso -acciopopulistas y fujimontesinistas- demuestra a las claras su desesperación por hacerse del poder a como de lugar. El gran capital, al que defienden esos operadores, sabe que no las tiene todas consigo en las próximas elecciones. Que Lescano, y sobre todo Verónica Mendoza, estèn liderando las encuestas preelectorales les está quebrando los nervios. Los mandamases de la Confiep confiaban en recuperar su hegemonía total en el aparato estatal, pusieron candidatos para todos los gustos, pero en medio de la crisis totalizadora a la que asistimos, y de las funestas consecuencias sociales generadas por ella, las preferencias electorales van por otro lado.
 
He aquí el quid del asunto. El gran capital no acepta la posibilidad de un cambio del modelo neoliberal impuesto en los 90, como se niega también a la modificación de la Constitución del 93 que formalizó dicha alternativa capitalista. Es más, para esa gran burguesía el mundo de la pospandemia en el Perú tiene que seguir siendo el mismo, no hay otra opción. Esa fue su posición antes de la pandemia; sigue siendo ahora, a pesar de que a nivel mundial el neoliberalismo ha quedado despanzurrado, tanto es así que sus propios promotores hoy hablan de la necesidad de hacer cambios en el modelo.
 
El fundamentalismo neoliberal se engarza aquí con el fundamentalismo religioso de Lòpez Aliaga y sus secuaces. Lo he dicho con anterioridad: a la gran burguesía peruana, siempre pragmática. le interesa un rábano cargar con las cruces, hostias, biblias y hábitos del santòn López Aliaga, siempre y cuando les garantice la permanencia del modelo económico y de la Constitución.
 
Y si de golpismo se trata, tampoco hay problemas. Está escrito que esa gran burguesía, nucleada ahora en la Confiep, en las elecciones de los años 90 apostò por Vargas Llosa. Pero ni bien èste fue derrotado comenzó a tender los puentes hacia el candidato ganador: Alberto Fujimori, relaciones que se afianzaron luego del golpe del 92 y de la aprobación mañosa de la Constitución del 93, que selló la alianza entre esa gran burguesía y la mafia fujimontesinista. Juegan siempre a ganador: en democracia o en dictadura.
 
Ante esta situaciòn, es el pueblo y sus organizaciones políticas, gremiales, culturales, juveniles, femeninas... el que tiene la palabra, para denunciar el terrorismo golpista de la ultraderecha que se llena la boca hablando de democracia, pero que a la hora en que siente pasos no titubea en hacerla pedazos con tal de salvaguardar sus sacrosantos intereses.
 
Puente Piedra, 09 de marzo de 2021

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