viernes, 26 de febrero de 2021

LA MANO DURA


 Como si le estuviera ofreciendo algo novedoso al país, la señora Fujimori, con un buen apoyo publicitario, nos está ofreciendo "mano dura" para atacar los principales problemas económicos, sociales y sanitarios por los que atravesamos.

Es evidente que la señora ignora la historia política y social del Perú. Si se hubiera dado un tiempo para leer a Basadre, Macera, Cotler, Burga, Kapsoli,Flores Galindo, Lumbreras, Sinesio...por citar algunos nombres de destacados científicos sociales, la engreída del inquilino de la Diroes no estaría pregonando su vieja mercadería.

Y digo vieja mercadería, porque si algo no ha faltado en la historia republicana es precisamente el látigo, la patada, la bala, la cárcel, o simplemente la  humillación, exclusión o el olvido -otras formas de violencia- que las viejas oligarquías o las burguesías modernas aplicaron sin compasión contra las mayorías nacionales.

En otras palabras, la democracia en el Perú siempre ha sido formal, pero no real, palabra inflamada para los politicastros, gobernantes de turno y para los dueños de la pelota; `pero palabra hueca para las mayorías explotadas y oprimidas por el yugo de la semifeudalidad, la esclavitud o el capital.

La democracia no se come, sentenció el viejo Odría en los años 50. Claro. De ello podían dar fe los millones de campesinos que en la Sierra peruana vivían bajo el imperio del látigo del gamonal y de sus mandones. Para ellos no existían el siglo XX, vivían como en los tiempos coloniales, en la feudalidad. La democracia tampoco se comía en la Amazonía peruana de las primeras décadas del siglo XX, donde miles de indios fueron masacrados, asesinados, para que el caucho le llenara las alforjas de los caucheros, dueños de las plataciones de goma, y también de las vidas de los naturales de las áreas bajo sudominio.

Igual suerte infausta corrieron los mineros de los socavones de las minas explotadas por el capital extranjero en el centro del país, como los propios campesinos de la región, arrojados de sus predios por los humos y el envenenamiento de sus aguas. Las novelas de Scorza reflejaron tan inhumana situación. Cadenas de explotación inmisericorde que también compartían los braceros de las haciendas cañeras en la Costa peruana. El talante anttimperialista y democrático de Haya de la Torre y del Apra de sus años aurorales no se entiende sin tener en cuenta esa injusta realidad que el capitalismo impuso, claro que con el apoyo desembozado de las fuerzas "democráticas" del país, incluyendo a los repartidores uniformados de palo y bala

La historia no acaba ahí, pero prefiero trasladarme hasta los años 90 del siglo XX, donde el padre de la señora Fujimori y su tío Montesinos, hicieron de la democracia una cobertura, un pretexto, una coartada, para imponernos a sangre y fuego las nuevas notas neoliberales del capitalismo quie redujo a cero los derechos sociales y laborales conquistados por los trabajadores a lo largo de las décadas anteriores; mientras, cutrazas de por medio, le abría las puertas de nuestra economía a a la burguesía pragmática que no se hizo bolas con los crímenes y saqueos de la dupla Fujimori-Montesinos, lo importante para esta gente era llenar sus arcas y nada más.

La señora Fujimori fue la primera dama del país en esos años infelices para las mayorías nacionales. Como bien dice el señor Olivera, protagonista político de esos años de terror, la señora Keiko no era una niña cuando reemplazó a su madre - la habían sembrado en los calabozos del SIN, donde la torturaron- en el cargo supuestamente honorífico indicado. La hoy nuevamente candidata presidencial ha sido cómplice moral, visual, y algo más, de esos actos por los que hoy su padre y su tío Montesinos purgan una larga condena.

No es casual por ello que la señora nos esté ofreciendo mano dura. Esa es su escuela, política e ideológicamente es hechura de esos años infames. No por algo afronta hoy serios cargos penales que pueden regresarla a la cárcel. Ella no conoce la verdadera democracia, ha experimentado las elecciones fraudulentas que la dupla organizaba para eternizar a su padre en el poder, pero eso no es democracia en ninguna parte del mujndo, como tampoco la democracia puede reducirse a un simple acto electoral. Por eso sostenemos que fiel a su educación política, la democracia para ella es solamente un taparrabos. El fierro es lo que importa.

Lo qaue ocurre es que la señora, como buena operadora de esa gran burguesía que su padre fortaleció en los 90, quiere pescar a río revuelto. Para esa burguesía, ávida de seguir lucrando a sus anchas, las reglas de juego, de factura neoliberal impuestas en los 90 - que les permite gozar del poder económico y político que ostentan- no deben ser modificadas. Por eso es que matan porque no se toque la Constitución del 93, que formaliza ese poder, que incluso en plena pandemia les sigue viabilizando excelentes dividendos. El cambio, para esos sectores es nada, la conservación del viejo orden es todo.

La señora sabe que en el país existen sectores conservadores y ultramontanos, que incluso actúan fuera de la ley, que están dispuestos a reeditar las fórmulas de los 90. Su mensaje va para ellos, y para los incautos que siguen creyendo que el principio de autoridad se gana a palos, a balazo limpio.

 

Puente Piedra. febrero de 2021


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