viernes, 1 de enero de 2021

MANZANERO


No viví la edad de oro del bolero, pero crecí al amparo de su sortilegio. Armando Manzanero, que acaba de fallecer, fue el último de los grandes románticos, el gran coletazo de una época que el turbocapitalismo se ha llevado de encuentro. El choque y fuga de la muchachada de hoy no es sino uno de sus efectos. Mi generación gozó a Manzanero, lo hizo suyo en sus éxitos y fracasos amorosos. 
 
Nuestro imaginario estaba repleto de sus canciones, y sus letras eran nuestra agonía, ideales para cada una de las estaciones del amor. Esta tarde vi llover/vi gente correr / y no estabas tu, era la letra ideal para uno de esos grandes momentos. Voy a apagar la luz para pensar en ti/ Y así dejar soñar a la imaginación, Y apagábamos la luz, porque finalmente, como decía el maestro, no nos importaba vivir de ilusiones, porque así éramos felices. Pero no todo podía ser de color celeste. Manzanero lo sabía, para esos momentos graves, de quiebres dolorosos, nos entregó una canción: Aquel señor/a quien compraba las flores que te daba/me preguntó por ti/que te pasaba, que porque no llevaba/le tuve que decir, que no te veo más/que ya no sé de ti/que te fuiste de mi...
 
Como rezaba la letra de un viejo bolero, los que nunca han sentido una pena de amor no podrán entender la fuerza sentimental, agonística, de esas canciones de Manzanero. Me ubico entre los afortunados de haber sentido la pegada de esas letras. No podía por ello ser un malagradecido con quien le dio fuerza a mis extravíos juveniles.
 
Gracias don Armando. Usted ha decidido cambiar de barrio, pero en éste, donde vivió 85 años, sus feligreses seguiremos manteniendo viva su figura, sus canciones, por una razón muy sencilla: seguimos amando...

 

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