Un viejo estratega decía que en la guerra, como en la política,
luego de sancionada una directiva, una orden, o una táctica de combate,
el éxito dependía de la organización y de los cuadros, de los líderes,
dispuestos a cumplirlas sin dudas ni murmuraciones.
Aunque muchos
no se han dado cuenta, estamos en guerra contra un virus cuya letalidad
no admite discusiones. China, España, Italia, como referencia, lloran
hoy a sus muertos por decenas, por centenas, por miles. Sus flaquezas iniciales en afrontar la emergencia ha tenido ese costo.
En el Perú, nos guste o no las coordenadas de emergencia están dadas.
Lo que falta es cumplirlas, sin vacilaciones. Aquí entran a tallar las
organizaciones de base. No todo se realiza por arriba, por el ejecutivo o
con las Fuerzas Armadas y Policiales. La clave del éxito está en
movilizar a los municipios, a las organizaciones gremiales, comunales,
vecinales, estudiantiles, culturales, femeninas, a los comités de ollas
comunes...
El neoiliberalismo, con su impronta individualista y egoísta, ha liquidado a no pocas de esas organizaciones, pero existe todavía, para bien de los peruanos, un magma asociativo, comunal, colectivo, solidario, que nos lleva a unirnos en situaciones de emergencia como las que se viven en estos momentos.
La clave está en los líderes, en los cuadros, en los dirigentes que a todo nivel, cuadra por cuadra, barrio por barrio, condominio por condominio, conglomerado por conglomerado, ponga en práctica esa vocación gregaria y solidaria, para llevar a la práctica, coordinadamente,la estrategia de guerra contra el coronavirus.
Tengamos en claro que solos no la hacemos. El individualismo ramplón, tan pregonado en los últimos tiempos, es sinónimo de derrota.
El neoiliberalismo, con su impronta individualista y egoísta, ha liquidado a no pocas de esas organizaciones, pero existe todavía, para bien de los peruanos, un magma asociativo, comunal, colectivo, solidario, que nos lleva a unirnos en situaciones de emergencia como las que se viven en estos momentos.
La clave está en los líderes, en los cuadros, en los dirigentes que a todo nivel, cuadra por cuadra, barrio por barrio, condominio por condominio, conglomerado por conglomerado, ponga en práctica esa vocación gregaria y solidaria, para llevar a la práctica, coordinadamente,la estrategia de guerra contra el coronavirus.
Tengamos en claro que solos no la hacemos. El individualismo ramplón, tan pregonado en los últimos tiempos, es sinónimo de derrota.
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