Con la perspicacia que lo caracteriza, Carlín ha graficado el libreto
del fujiaprismo para la presente coyuntura. Nada con el adelanto de
elecciones propuesto por el Ejecutivo,hay que jugársela toda por
cortarle la cabeza al presidente Vizcarra, o en su defecto, mantenerlo
en Palacio, pero convertido en un pelele de la banda de impresentables
que controla el establo congresal. Por eso es que siguiendo al pie de la
letra las indicaciones que vienen desde la cárcel, la bankada naranja
ha colocado a su fuerza de choque en las comisiones claves del establo.
No habrán neuronas en las cabezas de esos ganapanes, pero hay lealtad
perruna. Lo que sin embargo hay que precisar, en aras del buen
entendimiento de lo que está ocurriendo, es que ese libreto del
fujiaprismo lleva la impronta de la ultraderecha mafiosa,angurrienta y
lumpenesca. Ellos saben que el presidente Vizcarra es un hijo del orden
establecido, ideológicamente comprometido con el neoliberalismo, como
sus acciones de gobierno, particularmente en el campo de la economía lo
demuestran. Lo que no le perdonan es que llevado por sus escrúpulos
liberales, Vizcarra esté chocando con el lumpen empresarial aliado a
Odebrecht en el asalto al erario nacional; y que por esos mismos
escrúpulos Vizcarra no haya impuesto a sangre y fuego el proyecto Tía
María, violentando la razón de ser de toda burguesía: la bolsa, las
falquitreras, por las que son capaces de cualquier barbarie.El Baguazo
es un buen ejemplo de lo que estamos señalando.Existen, empero,otros
aspectos, poco tocados en los análisis, pero que no han pasado
desapercibidos para un empresariado racista y etnocéntrico. Vizcarra es
un cholo provinciano, de costumbres y hábitos poco ortodoxos para
quienes se computan blancos y occidentalizados hasta las vísceras.Que
sea ingeniero y de la UNI todavía, no lo blanquea. Si estuvo en la
fórmula presidencial de PPK, fue de casualidad. Los blancos querían un
cholo provinciano de relleno, para pintarla de no ser excluyentes.El
desarrollo de la confrontación social puso todos patas arriba. El blanco
fue a parar a la cana, por cutrero, y el cholo moqueguano, que no quiso
renunciar a su derecho de sustituirlo, terminó de nuevo inquilino de la
casa de Pizarro. ¡Quién es ese Vizcarra para ordenar el adelanto de
elecciones! gritó desaforadamente uno de esos blancos cuando se conoció
la decisión presidencial. Esa exclamación dice mucho. Quizás en ese
momento comenzó a cocinarse el plan que hoy el fujiaprismo quiere
implementar: o devuelven a Vizcarra a su Moquegua natal, o lo reducen a
ser un mandadero de esa ultraderecha ladrona, blanca y racista.
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