Con
la misma soberbia y petulancia de quienes se computan dueños del Perú y
de sus pueblos, Pedro Olaechea, patrón de Tacama, hombre fuerte de la
Confiep, y presidente del congreso, ha emitido una declaración, en la
que además de pechar groseramente al presidente Vizcarra, - ¿a donde
fueron a parar sus modales dieciochescos?- deja en claro que en la
actual crisis política no está dispuesto a irse a su casa, como lo exige
el clamor popular.
Al igual que sus congéneres fujiapristas,
Olaechea se cubre con la constitución del 93, a la que dice defender a
muerte, pero a la que el establo ha violentado las veces que ha querido
en su desesperado afán de blindar a los prontuariados que hoy ofician de
congresistas; como a los operadores de las mafias que a nombre de
Odebrech o de los cuellos blancos han tomado por asalto diversas
instancias estatales, incluyendo el propio congreso, como más de una vez
lo han señalado los fiscales anticorrupción.
Curiosamente, para
Olaechea o no existe corrupción y mafias criminales o las minimiza,
porque como ya ha ocurrido anteriormente, en su declaración no les
brinda ni una linea de atención. De esta forma, muy sutilmente, el
ultraconservador Olaechea -es militante de la agrupación Con mis hijos
no te metas- le muestra su respaldo a sus colegas de la Confiep
embarrados hasta el cuello en las cutrazas de las mafias brasileñas y en
los enredos mafiosos con los partidos de la derecha peruana, empezando
con Fuerza Popular, con cuyos votos se encumbró como líder del establo
congresal.
Soslaya la lucha contra la corrupción, pero se esmera
en reclamar que sobre los pueblos alzados en defensa de la vida, la
salud, el medio ambiente, caiga "todo el peso de la ley para retomar el
control de las zonas afectadas". En un lenguaje crudo lo que este señor
está exigiendo, a nombre del extractivismo minero, en especial de la
Southern, es la represión contra los miles de ciudadanos que se han
puesto de pie en el valle de Tambo y en otros puntos del país, para
decirle ¡basta! a quienes están jugando con sus vidas y su futuro.
¡No tenga miedo de gobernar! le dice el dueño de Tacama al presidente
Vizcarra. Lo hace con voz de mando, de patrón, de blanco mandón. Pero,
¿qué es gobernar para este arrogante personaje? Precisamente es usar el
látigo, que se empleaba contra los afroperuanos que sembraban la caña,
el algodón, la vid en la costa peruana. Y que en los tiempos que corren
es sinónimo de bala, bomba, palo, cárcel...como lo hizo García en Bagua,
como quiso hacerlo también en el "Moqueguazo" de junio de 2008.
Contradictoriamente, criticando a Vizcarra, Olaechea le señala que "es
irresponsable alentar el enfrentamiento entre peruanos". ¿Pero clamar
por el uso de de "los instrumentos y todo el peso de la ley" contra los
pueblos indignados no es acaso promover ese choque? Salvo que para este
acartonado señor, los hombres y mujeres en lucha en el valle de Tambo u
otros lugares no sean considerados peruanos, o de repente - como lo
sostenía el malogrado García- son simplemente ciudadanos de segunda o de
tercera, a los que se les puede meter bala y palo nomás, como sucedió
en Bagua.
Estamos sobre aviso...
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