miércoles, 7 de marzo de 2018

EL CAMINO


Tenía que salir a decir algo, antes de ser arrastrada por la marea. Y lo hizo al mejor estilo de su maestro Montesinos: golpeando, trepándose a la ola que está ahogando al felón, sacudiéndose del barro brasileño, tomando distancia de su hermano que la ha descolocado.

¡Qué se vaya el presidente y que asuma Vizcarra! es la voz de orden de la patrona. Aunque sus fichas disminuyan en el congreso, pero quemará sus naves en esa dirección. Esa orden ha dibujado la esperanza del fujimontesinismo, pero también el interés de la derecha que busca salir airoso de la crisis que la agobia.

Odebrecht ha dejado en pelotas a la burguesía peruana y al orden económico y social que promueve. La corrupción a todo vapor ha sido la locomotora del capitalismo en su fase neoliberal, no es extraño entonces que por todos lados haya pus, sangre, toxinas. Es la metástasis. 

Por eso es que la crisis no se resolverá con el simple cambio de gobernantes, aunque a los explotadores les permirá airearse, relajarse, al igual que a sus colombinas,payasos y domadores de siempre.

La burguesía lo sabe, ello explica que ante el tole tole político que vivimos, es capaz de sacrificar al felón - ahogado en sus propias eses- y sacar la carta Vizcarra. Cambiar algo, para que en esencia nada cambie, ese es el truco.

Con lo dicho no abominamos de la expectoración del felón, la hacemos nuestra, siempre y cuando forme parte de una estrategia mayor, que no puede reducirse al simple cambio de gobernantes, con elecciones o sin ellas. Necesitamos otro país, otras coordenadas económicas, medioambientales y sociales, otra ética, otros sueños. No podemos pasarnos la vida eligiendo carteristas, asaltantes de bancos o traficantes de drogas. 

El pueblo: los descamisados, olvidados, ninguneados o invisibilizados de hoy, tienen que atreverse a ser gobierno, a ser poder. Ese es el camino, lo demás es ilusión, sonaja y cascabeles...

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