jueves, 5 de octubre de 2017

NO SOLO DE PELOTAS VIVE EL HOMBRE



UNO
 
No solo de pelotas vive el hombre.

Lo digo ahora, cuando estamos a un puñado de horas del choque Perú-Argentina, que prácticamente ha de definir uno de los cupos al mundial de Rusia.

Mi reflexión está en la línea de lo que acaba de sostener José Velásquez, el patrón: a la Fifa no le conviene que Argentina sea eliminada. Que el Perú se clasifique no es negocio. La gente que va a Rusia, quiere ver a Messi, no quiere ver a Cueva o a Guerrero. Duele, pero es la verdad de la milanesa.

Por eso, como bien advierte el patrón, es altamente sospechoso que los máximos directivos de la Fifa estén en Buenos Aíres. Algo se mueve tras bambalinas.

Que el fútbol es un negocio es algo que ya no debe discutirse. Lean al respecto la información que trae hoy el diario Gestión, de Lima. Los empresarios peruanos, los grandazos, ya hicieron los cálculos de las ganancias que significaría que el Perú logre su clasificación. La suba astronómica de las tarifas de los vuelos a Buenbos Aíres en vísperas del trascendental encuentro nos da una idea de los sueños empresariales.

DOS

Pero hay algo más. El fútbol se ha convertido también en el nuevo opio de los pueblos. El genocida Videla organizó un Mundial para que campeonase Argentina en 1978, cubriendo así sus crímenes de lesa humanidad. El run run dice que el dictador peruano Morales Bermúdez le hizo el puente para que el equipo argentino le metiese una goleada de padre y señor mío a la oncena peruana para lograr su clasificación. El mismísimo carnicero Videla estuvo en el camarín peruano antes de la goleada. Su sola presencia era ya intimidatoria.

Otro genocida, Pinochet, habría aprovechado la euforia del país generada por un partido Perú-Chile en el estadio nacional de Lima para meterle una espiada fenomenal a la base aérea de la Joya, en Arequipa, para someterla a bombazos si acaso se hubiese producido un conflicto entre ambos países.

El mismo general Morales Bermúdez, hoy condenado por un tribunal italiano por haber sido partícipe del Plan Cóndor,  enfilado a deshacerse a lo bestia de toda la oposición de izquierda latinoamericana en los años 70, no dudó  en ponerse la blanquirroja en el gramado del Estadio Nacional, y gritar de alegría, hasta enronquecer, con el oso Marcos Calderón y sus muchachos ante un triunfo del equipo local.

Evidentemente, a Morales Bermúdez no les interesó el fútbol en sí. Lo que buscaba era generar un clima de éxtasis futbolística, de alejamiento de los problemas caseros, de oscurecimiento ideológico, para seguir aplicando el garrote. Estamos hablando de la segunda mitad de los años 70. Velasco y sus reformas ya eran historia. La contrarreforma estaba en manos de Morales. El pueblo estaba alzado, los mayores paros nacionales del siglo XX se dan en este periodo. Por eso es que la derecha, jaqueada, busca un aletargador masivo, lo encuentra en el fútbol.

No es casual por ello que PPK, a sabiendas del peso ideológico del fútbol en el imaginario popular, se apresuró en llevarle una camiseta del equipo peruano al Papa Francisco. Una huachafería, escribió Hildebrandt. Una falta de respeto digo, por tratarse de un prelado que no solamente es de origen argentino, sino que es además un fanático del fútbol.

No me llama la atención tampoco que la señora Aráoz, se haya preocupado en posar con la blanquiroja, como también lo han hecho las cabezas visibles de las bancadas fujimontesinista  y aprista. Son pura pose, buscan el efecto entre los despistados. La superconvivencia, dispuesta a como de lugar a servir disciplinadamente al gran capital, requiere de un adormecedor de masas para tranquilizarlas y distraerlas, mientras implementan sus planes esquilmadores y opresivos contra el pueblo.

A esa derecha, una victoria del equipo nacional sobre Argentina,  o mejor todavía la clasificación del Perú al mundial, le caería como pedrada en ojo de tuerto, por sus efectos políticamente distractores; en un contexto, además, donde los máximos caudillos del fujimontesinismo y del aprismo están prácticamente contra las cuerdas por las investigaciones fiscales que por primera vez los tocan.

TRES

No seamos pues gilbertos.  Como fanáticos del equipo que lidera Paolo Guerrero, apoyésmolo, y gocemos con su fútbol y sus goles. Pero, pisemos tierra. No caigamos en el juego de la derecha de perder la chaveta, de descuidarnos en la defensa de nuestros intereses más sentidos. Repito; no solamente de pelotas vive el hombre.

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