martes, 11 de abril de 2017

DE SOGAS Y MUCHO MÁS...


En uno de sus clásicos arranques, de los que después se arrepiente, PPK ha dicho que hay que meterle soga a todos los ladrones que se levantan los recursos del Estado. Razones no faltan para sustentar tan radical medida. Debemos advertir, sin embargo, que así como se están presentando las cosas, va a faltar soga para, hipotéticamente, colgar a los pillos y bribones de toda laya. Lo más grave es que así se pueda, el problema no va a resolverse. De las lacras de los 90 están guardados los cabecillas, los siniestros Fujimori y Montesinos, pero también sus secuaces, civiles  y militares, poblaron las cárceles en algún momento aunque sigan en cana los asesinos, y otros hayan tomado las de villadiego. La corrupción, pese a ello, se ha multiplicado,  es más, no solamente sigué ahí, lacerando el tejido social,  sino que se ha extendido por todos los poros, sin que a más cárcel o mayores penas, los ladrones hayan retrocedido. 

Es que la madre del cordero no está en los pillos en sí. Está en el propio ordenamiento económico y social impuesto desde los 90 y en cuya laxitud, donde las coordenadas éticas no existen, se dan todas condiciones para que desde el Estado o fuera de él, el robo y el saqueo sean las principales banderas de quienes alcanzan algún piso de poder, con el concurso de todos los aparatos y operadores estatales y mediáticos. Todas las iniciativas y disposiciones que la dupla Fujimonri-Montesinos implementaron para reordenar la economía peruana y neoliberalizarla, se orientaron al robo. Los tecnócratas, los empresarios y los plumíferos a sueldo lo sabían y bebieron de esas aguas. No perdonaron nada, porque hasta las donaciones - aquí estuvieron metidos los familiares directos de Fujimori- les sirvieron para llenar sus faltriqueras, como está plenamente demostrado.

Ese raciocinio y esas disposiciones no han cambiado. Germán Alarco, profesor de la Universidad del Pacífico, ha escrito al respecto: 

"Todos estamos indignados con la corrupción. Esta compromete a los tres últimos gobiernos y si a estos se suma la ocurrida durante el gobierno de Fujimori incluye a todos los regímenes neoliberales de los últimos 25 años. Su principal medio han sido las asociaciones público privadas (APP) con el objetivo de lograr la asignación de la infraestructura y servicios públicos, permitir sobrecostos y acotar beneficios a los usuarios. La corrupción no sólo compromete a las máximas autoridades políticas y a la tecnocracia que los avaló por motivos pecuniarios delictivos, intercambio futuro de favores, sumisión u omisión; también ocurre por un marco regulatorio laxo que la hizo posible. Ojalá la fiscalía y los tribunales se desempeñen a la altura de las circunstancias y con la celeridad debida." (Otra Mirada, 20-02-2017)

En tanto que Sinesio López, profesor de San Marcos y la Católica, sostiene:

En primer lugar, las decisiones a través de las cuales se aplica el modelo se concentran en la cúspide del poder (Presidente, ministro de Economía, alta tecnoburocracia, poderes fácticos) con la finalidad de evadir el escrutinio público y la presión social. Se cree fundadamente que si los medios y los ciudadanos se enteran, esas políticas generarían grandes resistencias y no se podrían aplicar. Eso constituye una confesión implícita de que no se gobierna para la mayoría de los ciudadanos. En segundo lugar, la cúspide del Ejecutivo despliega un hiperactivismo legislativo en desmedro del poder, del prestigio y del control del Parlamento. Este termina devaluado ante los ciudadanos y la opinión pública. En tercer lugar, esa cúpula actúa con sorpresa, alevosía y ventaja: ella toma decisiones sin informar a nadie previamente para evitar los cuestionamientos y las resistencias. El medio más socorrido en este caso ha sido y es la dación de los decretos de urgencia. Sobre ellos el Parlamento tiene muy poca capacidad de control. En cuarto lugar, el Ejecutivo aplica las políticas públicas en forma autoritaria si hubiera alguna resistencia de los ciudadanos.(La República, 04-12-08)

Lo que está ocurriendo ante nuestros ojos con el superescándalo de Odebrecht, los destapes en el Callao, en el norte del país a propósito de los desastres naturales, Chilca, San Juan de Lurigancho, Santa, Cusco, Loreto, Tumbes, Madre de Dios...etcétera, etcétera,  no  es sino más de lo mismo, es decir, demostraciones palpables de que el origen de los males no va por el lado de los delincuentes, sea cual sea su nivel, sino por las condiciones fácticas que permiten que esos bribones hagan de las suyas y se multipliquen por doquier.

¿Nop creen ustedes que es hora de que pongamos en salmuera ese orden económico y social, antes que estar buscando más sogas?


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