jueves, 9 de marzo de 2017

KENJI NO ES COJUDO


Definitivamente, aunque sea siempre el blanco de los caricaturistas políticos, Kenji,  el engreído del caco y asesino de la Diroes, no es ningún cojudo.

Ayer, le fue suficiente un tuit para poner de vuelta y media a los mequetrefes de su bancada, y dejar mal parada a su hermana, la eterna candidata presidencial del fujimontesinismo. Unos y otros, de consuno, se habían opuesto a la investigación por el congreso de las degeneraciones sexuales del Sodalicio, a pesar del gran impacto negativo que dichos crímenes han ocasionado en la opinión pública.

El enojo de Kenji, revela un mejor olfato político que su hermana, prisionera, al igual que su partido, de las componendas con los sectores más conservadores y reaccionarios de las diferentes iglesias que activan en el país. No creo que Kenji esté en las antípodas del raciocinio ideológico y político de su hermana, pero lo que ha demostrado es poseer mejores reflejos para la toma de decisiones, teniendo en cuenta, sobre todo, el costo político de las mismas.

El tuit de Kenji, oponiéndose rabiosamente al acuerdo de su gente, ha ratificado, además, ante una situación concreta, que los dueños del circo son los hermanos Fujimori; los demás son payasos, equilibristas, tragadores de sables o de fuego, pero nada más. Fue de antología, después del tuit, las maromas verbales que hacían para salir del atolladero: que sí, que no, que Keiko ha dicho...cuando todos sabían que el era engreído el causante del desmadre.

Cuando escribimos estas líneas, el fujimontesinismo - poniendo a salvo sus amarres- para no quedar abiertamente como palo de gallinero, ha optado por encargar a la Defensoría del Pueblo el caso Sodalicio, como otras agresiones sexuales contra menores que se están denunciando, mientras se crea en el congreso un grupo que haga el seguimiento de esa responsabilidad. 

De esta forma, en el cerebrito de los payasos y equilibristas se blinda a su jefa, golpeada por el úkase de su hermano, aunque todo el país haya tomado nota de un desencuentro familiar que podría indicar que Kenji no estaría dispuesto a terminar su aventura política como el "niño Goyito" del famoso cuento de Pardo y Aliaga.

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